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Batalla de Poitiers

Publicado por Hilda

La batalla de Poitiers, a la que nos referiremos, es la que aconteció el 19 de septiembre de 1356, dentro del conflicto que históricamente se conoce como guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, representando un nuevo triunfo inglés, que revivió lo acontecido en la batalla de Crécy, donde la organización militar feudal y caballeresca francesa sucumbió ante las nuevas tácticas militares de su rival, que comenzó a instrumentar un nuevo método de agresión que en este caso se realizaba contra los poblados agrícolas, que eran incendiados y saqueados por los rápidos ingleses, que avanzaban en lo que se conocía como “chevauchée” sin encontrar protección en los señores feudales, lo que motivaba el descontento de la población, que se sentía desamparada, y crítica de sus autoridades, que no respondían a sus necesidades, pero sin embargo, les solicitaban hombres para el ejército.

En agosto de 1356 la irrupción, esta vez al norte de Burdeos, fue liderada por el primogénito del rey Eduardo III, conocido como “El Príncipe Negro” que ya se había destacado a pesar de su juventud, en Crécy, y además contaba con la gran ayuda de Sir John Chandos.

El rey francés advirtiendo el reclamo de protección por parte de sus súbditos, decidió enfrentar a los ingleses cerca de Poitiers, con las mismas deficiencias que ya se habían demostrado en Crécy: técnicas caballerescas lentas y pesadas, contra la ligereza del ejército inglés y el uso de arcos largos.

El ejército francés, tras la muerte de Felipe VI estaba dirigido por su nuevo rey, Juan II, apodado “El bueno”, valiente, emocional y terco, quien reunió para enfrentar a los ingleses alrededor de 15.000 hombres, muchos más que los ingleses, tal cual había sucedido en la batalla anterior. El Príncipe de Gales se retiró rumbo a Burdeos, donde las tropas se dispusieron de tal modo que el bosque les servía de protección por la retaguardia, ocultando la reserva dentro del bosque. A los flancos se ubicaron los arqueros galeses. Mientras tanto los franceses, deseosos de acabar con los arqueros rivales, mandaron al frente 300 caballeros junto a mercenarios alemanes, utilizando picas. Más atrás se desplegaba a infantería.

Las flechas inglesas se dispararon contra los caballos, menos protegidos que los caballeros, cuyas armaduras eran difíciles de atravesar; el ataque inglés se completó cuando los reservistas rodearon al enemigo y capturaron al rey Juan II, a quien mantuvieron cautivo, obligándole a firmar cinco años después, la paz de Bretigny. Por este acuerdo se obligaba la entrega por parte de Francia de tres millones de coronas de oro. Inglaterra renunciaba a la corona francesa, pero Inglaterra adquiría sus dominios sobre el oeste de Francia. Francia se sumió en el caos. La indemnización no pudo pagarse y el rey francés murió en el año 1364, en Londres.

La captura del rey Juan II tuvo un impacto significativo en la política interna de Francia. La ausencia del monarca generó una crisis de liderazgo que exacerbó las tensiones sociales y políticas existentes. El delfín Carlos, quien más tarde se convertiría en Carlos V, tuvo que asumir la regencia en un momento crítico, enfrentando la presión de los nobles y las revueltas populares, como la Jacquerie de 1358, que reflejaba el descontento de los campesinos con la nobleza.

La batalla de Poitiers también destacó la efectividad de las tácticas militares inglesas, que se basaban en la movilidad y el uso estratégico de los arqueros. Los arcos largos ingleses, capaces de disparar a gran distancia y con precisión, jugaron un papel crucial en la victoria. Esta innovación militar subrayó la necesidad de una evolución en las tácticas de combate, algo que los franceses tardarían en adoptar plenamente.

Además, la captura del rey Juan II y la subsiguiente paz de Bretigny marcaron un punto de inflexión en la guerra de los Cien Años. Aunque Inglaterra renunció a sus pretensiones sobre el trono francés, el tratado consolidó su control sobre vastas áreas del suroeste de Francia, lo que tuvo repercusiones duraderas en las relaciones anglo-francesas y en el equilibrio de poder en Europa.

La batalla de Poitiers, por tanto, no solo fue un enfrentamiento militar decisivo, sino también un evento que tuvo profundas consecuencias políticas y sociales, afectando el curso de la historia europea en los años venideros.