Alanos
La mayoría de los pueblos bárbaros, o sea extranjeros para los romanos, eran de origen germánico, en cambio, los alanos eran iranios, que utilizaban la lengua irania, indoeuropea. En esta lengua la palabra alano significaba ario, y se caracterizaban por su nomadismo, y sus costumbres guerreras.
Ya eran temidos por los romanos y por los partos. Estos últimos, habían construido un imperio en lo que actualmente es Irán, en los primeros años de la era cristiana, y ambos imperios (parto y romano) eran atacados por estos guerreros alanos, que descargaban su furia, y su ímpetu belicoso, contra sus vecinos.
Amiano Marcelino, un historiador romano del siglo IV, describió a los alanos como altos, rubios y rudos.
Flavio Josefo, historiador de los primeros años del Imperio Romano, originario de Judea, denominó a los alanos, escitas, ubicándolos geográficamente, en las cercanías del Mar de Azov, en Ucrania, caracterizándolos como un pueblo hostil y adicto al pillaje que derrotó a medos y armenios, con ayuda del rey de Hicarnia.
En el año 135, los alanos, intentaron invadir el imperio romano, pero el griego Flavio Arriano, en su carácter de Comandante en la frontera Armenia, de las legiones romanas, logró frustrar el intento, con una táctica militar, que luego dejó por escrito asentada en su “Plan de Movilización contra los Alanos”, donde relató que ubicó a la caballería dotada de arcos, en la retaguardia, por detrás de los legionarios, que fueron a su vez ayudados por lanzadores de jabalinas y arqueros de pie.
Sin embargo, los alanos no eran los únicos pueblos con ansias de pelear y asolar a sus vecinos. También estaban los hunos, que algunos sostienen que tenían un origen étnico similar a los alanos, que se constituyeron en sus hostigadores, logrando dividirlos en las últimas décadas del siglo IV, debiendo, escindidos, abandonar su territorio. Los que aceptaron o fueron obligados a aceptar la autoridad de los hunos, se dirigieron hacia el Cáucaso.
Algunos podrían haberse asentado en la actual Polonia, fusionándose con pueblos de origen eslavo.
Los que se dirigieron con rumbo al oeste, fueron llamados alanos occidentales, y unieron sus fuerzas a otros pueblos bárbaros, pero de origen germánico, como suevos y vándalos, para invadir la Galia romana en el año 406, cuando cruzaron el Rin y pudieron derrotar a los francos que custodiaban la línea fronteriza, sembrando a su paso, destrucción y muerte.
En el año 409, junto a sus aliados germanos lograron ingresar en Hispania. Los pobladores locales, debieron guarecerse en las zonas pobres del norte, formando un núcleo de población heterogénea dedicada al saqueo para poder subsistir, pasando a denominarse bagaudos. Sin embargo, junto a esos pueblos bárbaros sanguinarios y aliados, se hallaban los visigodos que crearon el reino de Tolosa, y siendo federados romanos, fueron usados para luchar contra los invasores alanos y vándalos, por orden del emperador romano Honorio. En el año 411 se los aceptó como federados del imperio romano. Lusitania y la Cartaginense, fueron las zonas que en el reparto territorial le correspondió a los alanos, pero éstos al igual que los vándalos, no ansiaban contar con un territorio donde afincarse, a diferencia de los suevos, que sí ambicionaban el sedentarismo. Vándalos y alanos eran nómades y belicosos, y siguieron con sus fechorías. Luego de que el rey alano Atax conquistara Mérida en el año 412, debió enfrentarse seis años después con los visigodos, siendo derrotado y muriendo en la contienda. Los alanos, cuyas actividades características eran la caza, y la crianza de perros tan bravíos como ellos (que llegaron a nosotros con el nombre de perros alanos) que usaban para cazar osos, se unieron a los vándalos, a cuyo rey, Gunderico ofrecieron la corona, uniendo entonces este soberano el dominio sobre ambos pueblos (vándalos y alanos occidentales) y dirigiéndose juntos con ansias de conquista, hacia el norte africano, en el año 429, donde se apropiaron del comercio cerealero de la zona. A partir de entonces, la historia de vándalos y alanos se entrelaza.
En el año 533, el general Belisario, enviado por el emperador de Oriente, Justiniano, terminó con el dominio bárbaro en África.
En las montañas del Cáucaso norte, en el siglo VIII, se fortaleció un reino de alanos, llamado Alania, con capital en Maghas, que se aliaron al pueblo turco de los jázaros, y todos ellos se habrían convertido al judaísmo, hasta que en el siglo X, adoptando su líder el cristianismo aceptaron el dominio del Imperio romano de Oriente, aunque los bizantinos los persiguieron y derrotaron.