Emperador Calígula
El emperador Calígula, cuyo nombre real era Cayo Julio César Germánico, siendo el apodo Calígula un diminutivo de “caligae”, unas sandalias militares que usualmente calzaba, cuando desde niño acompañaba a su padre en las campañas militares. Nació en el año 12 y murió en el año 41. Era el tercer hijo de Agripina la Mayor y del destacado general Germánico, y fue adoptado por el emperador Tiberio, luego de una tensa relación, a quien sucedió en el año 37, luego de haberse desempeñado como cuestor desde el año 33.
Al comienzo su gestión fue próspera, tolerante, y reemplazó la elección de los magistrados a cargo del Senado por la elección comicial. Esto duró poco, tan solo seis meses.
Durante el resto de su gobierno se le atribuyeron numerosos actos de crueldad, como condenar a muerte sin proceso judicial; someter al pueblo a múltiples y gravosos tributos; y a medidas tan descabelladas, como obligar a los sectores más adinerados a nombrarlo beneficiario de sus testamentos, para costear su vida fastuosa, y las grandes obras urbanísticas.
Anexó durante su gobierno la provincia de Mauritania. Trató de ser deificado, instaurando una monarquía teocrática, pues al parecer sufría de trastornos mentales con delirios de grandeza, lo que lo llevó a querer conquistar un poder similar al de los déspotas orientales. Para su propio reconocimiento mandó construir una estatua en el Templo de Jerusalén.
Solo consiguió el odio popular, luego de haber ascendido al poder aclamado por la multitud, tal vez por la grandeza que había demostrado su padre, que evidentemente Calígula no heredó; aumentado esa impopularidad con una vida privada escandalosa, entre lo cual se incluyeron relaciones incestuosas con sus hermanas.
Su vida terminó con una conjura por parte de la guardia pretoriana, quien designó sucesor al emperador Claudio, tío de Calígula, creyendo que con él se restituirían las ideas republicanas. Sin embargo Claudio ordenó ejecutar a quienes habían asesinado a Calígula.