El Emperador Trajano
Nació posiblemente en Santiponce (Hispania) lugar cercano a Sevilla, el 18 de septiembre del año 53, siendo sus padres de origen italiano. Su padre, Marco Ulpio Trajano, de quien heredó el nombre, era un militar destacado, vocación que legó a su hijo.
Fue nombrado Cónsul, luego de realizar la carrera de los honores (Cursus honorum) en el año 91, y seis años después, Gobernador de la Germania Superior. A la muerte del Emperador Nerva, quien lo había adoptado por sus grandes dotes militares, lo que le permitió una mayor aceptación del populus, en el año 98, fue proclamado Emperador, pero hallándose en Germania con su ejército, tardó un año en retornar a Roma para dejar bien establecida la línea defensiva, en la frontera renano-danubiana.
Este emperador iniciaría un período de esplendor en la historia de Roma, otorgando a su gobierno un tinte humanista, pero haciendo desaparecer la opinión popular que hasta entonces se había manifestado a través de los comicios. Contrariamente, el senado recobró parte del poder perdido, aunque sin resignar el Emperador su poder absolutista.
Fomentó el culto imperial, aunque ejerció tolerancia con algunos cultos orientales. Persiguió a los cristianos, pues estos se negaban a respetar los cultos romanos y realizar ofrendas al Emperador y los dioses.
Roma estaba atravesando algunos problemas de crisis de producción, y aumento de gastos por la creciente urbanización, mas una tasa de natalidad cada más decreciente, que aportaba poca mano de obra y escasos miembros al ejército.
Para mejorar la situación, impulsó una política asistencialista a través de los “alimenta”, programa de alimentación de niños, con recursos fiscales, y obligó a los Senadores de provincia a invertir en propiedades agrícolas en Italia. Mejoró las vías de comunicación en Italia y en las provincias, e inauguró nuevos puertos, bibliotecas públicas, templos, teatros y acueductos. En la Península Ibérica, son famosos el Puente de Alcántara y el Acueducto de Segovia.
Creó un ejército de sólida formación y disciplina, que le permitió llevar adelante sus conquistas. Además, Trajano promovió la integración de soldados de las provincias, lo que fortaleció la cohesión del imperio y permitió una mayor diversidad cultural dentro de las legiones romanas.
La obra arquitectónica llegó en este período a su punto máximo, siendo muy conocido el complejo del Foro, en Roma, que está precedido por una columna dórica, de dimensiones colosales, de 30 metros de alto, para recordar el triunfo logrado sobre los dacios, en el Bajo Danubio (actual Rumania) relatado en 124 escenas esculpidas en mármol, que fueron pagadas con los tesoros aportados por los propios dacios derrotados. Este pueblo, fue vencido por primera vez, en el año 101, cuando Trajano logró entrar a Dacia, y hacer rendir a su líder, de nombre Decébalo.
Luego de firmar un tratado de paz en el año 102, éste fue roto por los dacios, que finalmente pudieron ser derrotados en el año 106, y Dacia fue incorporada al Imperio Romano como provincia, aportando un importante botín que serviría para palear los problemas económicos del imperio. Ese mismo año se incorporaron a la provincia romana de Siria, Damaco, Palmira y Bostra, y surgió una nueva provincia, la Arabia Pétrea, del reino Nabateo. Esta adquisición permitió a través de la Península de Sinaí, unir Egipto y Palestina.
En el año 114 logró extender transitoriamente su dominio sobre el imperio parto, creando las provincias de Mesopotamia y Armenia, y más tarde logró establecer la provincia de Asiria, que pronto se sublevó. Cuando comenzaban a desatarse las rebeliones en el este del Tigris, en el año 117, retornó enfermo a Roma, depositando en Adriano la misión de reprimir los levantamientos, y lo constituyó en su sucesor. Ese mismo año, el 9 de agosto, falleció en Selimonte (Cilicia). Adriano debió renunciar a la conquista del territorio parto, mientras controlaba las insurrecciones en Judea, Egipto y Cirenaica.
El legado de Trajano no solo se limitó a sus conquistas y obras públicas, sino también a su capacidad para mantener la estabilidad interna del imperio. Su política de tolerancia hacia los cultos orientales, aunque limitada, permitió una cierta armonía religiosa en un imperio cada vez más diverso. Además, su enfoque en la infraestructura y el bienestar social sentó las bases para un desarrollo sostenido en las provincias romanas, fortaleciendo la cohesión del imperio. Trajano es recordado como uno de los «cinco buenos emperadores», un título que refleja su habilidad para gobernar con justicia y eficacia, manteniendo el equilibrio entre el poder absoluto y las necesidades del pueblo. Su reinado marcó un punto culminante en la historia de Roma, dejando un legado duradero que sería admirado por generaciones posteriores.