Organización política de los olmecas
En el cálido terruño mexicano, al norte de Tabasco (ubicado al sureste) y al sur de Veracruz, sobre la costa del Gofo de México, se asentaron los olmecas, desde aproximadamente el año 1.200 antes de la era cristiana, y pronto influyeron sobre otros pueblos aledaños, a los que se denominó “olmecoides”. Sin embargo, su predominio no llegó al oeste de México, y en siglo III A, C, ya habían desaparecido, perviviendo su influencia cultural en los pueblos que les sucedieron.
Como todos los grupos de su época, los olmecas ensamblaron política y religión, poseyendo un gobierno teocrático cuyo mando era supremo, indiscutible y sagrado, ejercido por sacerdotes, con ascendencia divina, que lograron unificar en un territorio y bajo antepasados y dioses comunes, al conjunto de la población.
Las cabezas de sus gobernantes fueron eternizados en gigantescas cabezas. Cada uno de ellos se identificaba simbólicamente con un animal, especialmente el jaguar, que era su Dios principal, vistiéndose a modo que lo representara. No hay nada seguro sobre su forma de gobierno, que surge de presunciones arqueológicas.
Era una sociedad jerarquizada y centralizada, estando divididos en tribus, cuyo jefe era el Chichimecatl. Los privilegiados eran unos pocos, especiamente los nobles, sacerdotes y guerreros. Los brujos o chamanes tenían una gran influencia y poder sobre la población.
Su gran desarrollo lo adquirieron entre los años 1200 a. C y el 400 a. C, durante su segundo período donde instalaron su centro más importante o capital en San Lorenzo, que al ser destruido en el 900 a. C se sustituyó por La Venta. A partir del año 400 a. C se inició la decadencia siendo su centro, Tres Zapotes.