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Los Íberos

Publicado por Hilda

La dama de ElcheHacia el siglo VI a. C., los griegos llamaron Iberia a las regiones remotas, situadas tanto en Oriente como en Occidente, donde su imaginación les brindaba la posibilidad de que fueran tierras plagadas de riquezas. La parte occidental dejó de ser un misterio cuando alcanzaron la exploración de dicha zona, que estaba bajo el dominio de los Tartessos.

Los fenicios llamaron Spal a la Península, y los romanos la denominaron Hispania. Iberia era la zona de Hispania habitada por los íberos, que según Polibio comprendía la zona bañada por el mar Mediterráneo hasta las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar).

La cultura íbera fue el resultado de la fusión entre los pueblos autóctonos y las influencias de fenicios, griegos y cartagineses. Surgió un estilo artístico distintivo y una organización social y política avanzadas, con ciudades-estado independientes, algunas de las cuales se alinearon con poderes externos durante las Guerras Púnicas.

En el siglo XIX, surgió la teoría de que los íberos tenían un origen africano y que sus expresiones artísticas eran meras imitaciones de culturas más avanzadas, como la griega. También se los diferenció de los celtas, a pesar de que, junto con ellos, conformaron el grupo de los celtíberos en regiones como Numancia. Hoy, estas afirmaciones han sido revisadas, reconociendo a los íberos y celtas como culturas distintas con sus propios rasgos y evoluciones.

Las ciudades íberas estaban fuertemente amuralladas, y su escultura en piedra y bronce destacaba por su calidad y estilo. La escritura íbera, de la cual se han encontrado inscripciones, aún no se ha descifrado por completo, pero se sabe que estaba compuesta por signos alfabéticos y silábicos, que reflejan la complejidad de su lengua y su conexiones culturales.

El caballo era un símbolo de estatus y poder en la sociedad íbera. Tener acceso a caballos y carruajes indicaba una posición elevada en la jerarquía social. Los altares y santuarios evidencian una espiritualidad donde predominaban las figuras femeninas, con un culto que evolucionó desde prácticas funerarias íntimas hasta ceremonias colectivas en sitios ceremoniales lejos de los asentamientos.

Se ha propuesto que el idioma íbero pudo tener una proveniencia ligada al sur de Francia (Aquitania), y que su difusión hacia el sur se facilitó gracias al comercio. La riqueza de la península en recursos naturales como la plata, el oro, el cobre y el plomo, atrajo a numerosos comerciantes y estimuló la economía.

En el arte íbero, el guerrero y la figura femenina son motivos recurrentes, las mujeres son retratadas con indumentarias lujosas que reflejan sus roles en la sociedad. La representación de exvotos en los templos expresa la relación con lo divino mediante figuras humanas o animales de bronce, barro o cerámica, que reflejan la estratificación social en las ofrendas.

El apogeo de la cultura íbera, conocido como el período ibérico pleno, se extiende hasta el siglo IV a. C., dejando al mundo obras de arte como «La gran dama oferente del Cerro de los Santos», «Las Esfinges de Agost» y la icónica «La Dama de Elche», esta última descubierta en 1897 y que se convirtió en un símbolo de la cultura íbera.

A mediados del siglo III a. C., la Península Ibérica se convirtió en campo de batalla de las Guerras Púnicas entre Cartago y Roma. Las alianzas de las ciudades íberas con uno u otro bando marcaron la historia y culminaron en la progresiva romanización de la región a partir del siglo II a. C. Hispania quedó organizada en provincias romanas a lo largo del siglo I a. C., marcando el fin de la cultura íbera como entidad independiente.