Los hebreos
Originarios de la Baja Mesopotamia, se dirigieron, conducidos por Abraham, hacia el siglo XIX a. C. hacia Palestina, llamada Canaán, una región cálida, situada entre el desierto de Arabia y el mar, donde sólo llueve en invierno, y por lo tanto hay grandes extensiones de tierras áridas, distinguiéndose cuatro regiones: las costas del mar Mediterráneo, las montañas de Galilea, Samaria y Judea, los valles y el desierto.
Los hebreos, pueblo de origen semita y conformado por pastores nómades, estaban organizados en 12 tribus.
Por medio de la violencia o fusionándose con otros pueblos fueron ocupando el territorio palestino, tomando cada una de las tribus territorios bajo su dominio.
Cada tribu estaba gobernada posiblemente por un consejo de ancianos y ante conflictos de gravedad extrema como una guerra o crisis interna, se elegía un Juez o líder. Uno de sos líderes fue Moisés, quien logró liberar a su pueblo del cautiverio egipcio al que se vieron sometidos y recibió de dios, las Tablas de la Ley, en el monte Sinaí. Su lugarteniente, Josué, que había dirigido la conquista del territorio, fue quien dividió la tierra entre las familias.
Este primer período de su historia se conoce con el nombre de período de los jueces y comprende, entre los años 1250 a 1030 a. C.
Sin embargo los jueces no ofrecían la seguridad adecuada al pueblo hebreo que se veía amenazado por los filisteos, pueblo proveniente de Creta, y fue necesario establecer un gobierno más poderoso para asegurar la defensa del territorio.
Por esa razón los jueces fueron reemplazados por reyes, originándose a partir del siglo XI a. C. una monarquía, que controlaba a todas las tribus.
El primer rey hebreo fue Saúl que pereció en la lucha con los filisteos. Su sucesor, David, tras conquistar Jerusalén y convertirla en capital del reino realizó la expansión territorial. Su hijo Salomón, continuó la política progresista incrementando el comercio, firmando alianzas con los egipcios y fenicios, e incentivando la actividad militar. Sin embargo su obra pública, que incluyó la construcción de grandes templos, como el de Jerusalén, dedicado a Yahvé, su Dios, demandó fuertes costos sociales que incluían el trabajo obligatorio y altos impuestos.
Al morir Salomón, las tribus se dividieron conformando dos reinos: las diez tribus del norte fundaron el reino de Israel, estableciendo la capital en Samaria y las tribus de Sur, fieles a la dinastía de David, el reino de Judea, conservando como capital a Jerusalén.
Los asirios, en el año 722 a. C conquistaron el reino de Israel, subsistiendo el de Judea hasta el año 586 a. C. cuando fue conquistado por el Imperio Neobabilónico. El Templo de Jerusalén fue destruido y algunos habitantes se radicaron en Babilonia, donde residieron por espacio de 70 años, donde los judíos profundizaron su fe, como única garantía de supervivencia de su pueblo, hasta la conquista persa del territorio babilónico en el año 538 a.C. donde fueron autorizados a volver a Palestina y pudieron reconstruir el Templo.
Alejandro Magno, de Macedonia, impuso su dominio sobre los hebreos, convirtiéndose Judá en centro de batalla entre Siria y Egipto, y muchos judíos se rebelaron contra su sometimiento, entre ellos, los Macabeos, Judas y su hermano, pero murieron asesinados. En el año 60 a. C. sufrieron la conquista del Imperio Romano, quienes destruyeron el segundo Templo de Jerusalén, en el año 70, bajo el reinado del emperador Tito, al reprimir una rebelión. Así se originó la diáspora, que significa dispersión, aludiendo a la vida, que a partir de entonces llevaron los hebreos, fuera de Palestina, ya que los que sobrevivieron a esta matanza fueron vendidos como esclavos en todo el Imperio.
La particularidad de los hebreos, fue la de elaborar una religión monoteísta, erigiendo como único Dios, a Yahvé, cuya representación estaba prohibida y que había establecido una alianza con el pueblo de Israel, para realizar sus propósitos mediante las acciones humanas de este pueblo favorecido por la divinidad. Esta les había otorgado la Torá o Pentateuco, donde contaban los mandamientos de Yahvé que debían respetarse. Este pensamiento ha llegado hasta nosotros, a través de la Biblia, texto santo de casi toda la humanidad.
Creían en un mundo justo en el que los humanos debían seguir las reglas establecidas para no corromperlo. Dios enviaría un salvador a la Tierra (Mesías) que aún para los hebreos no ha llegado. Entre los cristianos ese Mesías llegó encarnado en Jesús.