Los ecuos
Los ecuos, o “aequi” en latín, conformaron un pueblo enemigo de la antigua Roma monárquica y republicana, que habitó la zona noreste de la llanura italiano conocida como Lacio, en el valle del río Anio, en su parte superior. Serían una rama de los oscos, al igual que otro pueblo enemigo de Roma, los volscos, aliados de los ecuos, que territorialmente estaban separados por otro pueblo, el de los hérnicos. Su lengua era osco-umbra. Originariamente ocupaban un territorio situado detrás de las ciudades latinas de Praeneste y Tibur; la primera de las cuáles intentaron infructuosamente ocupar, aunque sí tuvieron mejor suerte con las de Bola, Corbio, Vitelia, Pedum y labicum, llegando hasta el monte Álgido, hoy denominado Artemisio.
Los ecuos se agrupaban en aldeas y en lugares altos fortificados con fines defensivos y religiosos, siendo un pueblo muy belicoso. Varias aldeas o “vici” y fortificaciones u “oppida” formaban un distrito o “paggi”. Entre las ciudades ecuas podemos nombrar a Carseoli, a Cliterna, a Alba Fucens, y a Naersae, su ciudad más importante.
En la conquista territorial que emprendieron contra los latinos junto a sus aliados volscos, tuvieron que enfrentarse a la alianza que lograron los latinos con los romanos y los hérnicos. Esto se extendió desde el año 494 hasta el 450 antes de nuestra era, con suerte diversa. En el año 459 a. C. los ecuos consiguieron tomar Tusculum, ciudad aliada de Roma. Este hecho originó una batalla decisiva, que fue la del Monte Álgido en el año 457 a. C. donde los ecuos fueron derrotados por el dictador romano Lucio Quincio Cincinato, y sus líderes hechos prisioneros; pero aún la amenaza ecua subsistía.
En el año 428 a. C. sufrieron otra aplastante derrota por parte de otro dictador romano, llamado Aulo Postumio Tuberto. A partir de entonces, comenzó su profunda crisis, perdiendo el Monte Álgido y las ciudades latinas que habían tomado. Las invasiones galas los debilitaron aún más.
Fueron dominados definitivamente por los romanos, liderados por los cónsules Publio Sulpicio Saverrión y Publio Sempronio Sofo, en el año 304 a. C., siendo anexados a Roma. Si bien realizaron dos campañas más contra Roma, no tuvieron ningún logro, aceptando someterse a Roma donde fueron admitidos en calidad de ciudadanos, siendo considerados latinos.