Los dioses griegos
Los griegos, al igual que la mayoría de los pueblos de la antigüedad, eran politeístas (creían en muchos dioses) a los que les asignaron forma humana (antropomorfismo) y les adjudicaron virtudes y defectos de las personas, diferenciándose del resto de los hombres, por su carácter inmortal, y por serles ajenas la miseria, las enfermedades y la vejez.
Los dioses del Olimpo muestran una superposición de mitos procedentes de distintas culturas, que reflejan las distintas razas que conformaron Grecia.
Los dioses podían concebir hijos con los humanos, dando nacimiento a los héroes, que revestían las características de semidioses, merecedores de culto tras su muerte y que realizaban hazañas, que excedían las que pudiera hacer cualquier mortal, como por ejemplo, Heracles y Teseo. Hércules fue el más importante, de origen dorio, y vinculado a la ciudad de Tebas. Fue convertido en Dios, y accedió al Olimpo.
En sus orígenes, el culto a los héroes, se basaba en el que se ofrecía a los antepasados de cada tribu. Algunos se impusieron sobre los de otras tribus, y los desplazaron.
Los dioses principales del panteón griego eran los olímpicos, a quienes todos los helenos, les rendían culto. También reciben el nombre de dioses homéricos por aparecer en las obras homéricas. Además, cada polis tenía sus propios dioses.
Algunas divinidades provenían de la antigüedad cretomicénica, y otras de Oriente o del norte de Grecia.
Los dioses del Olimpo, adoptaron esta denominación, porque habitaban en la cima del Monte Olimpo, donde se originaron de esta manera:
En un principio sólo existió el Caos, de quien nació Gea (la Tierra) de quien surgió Urano (el cielo), quien dio vida a Cronos (el Tiempo). Este destronó a su padre, y para evitar correr su misma suerte, devoró a sus hijos. Sin embargo, no pudo impedir que Zeus, uno de sus hijos que logró salvarse (al igual que Poseidón, Hades, Hera, Deméter y Hestia) lo destronara y se constituyera en el más importante de los dioses del Olimpo, de cuya unión con diosas y mujeres nacieron varios dioses y héroes.
Zeus, logró salvarse de la voracidad de Cronos, su padre, ocultándose en una cueva, en Creta y fue criado con la leche de una cabra. Cuando legó a adulto, mató a su padre, ocupando su jerarquía en el poder.
Los principales dioses fueron:
Zeus: dios del rayo, de nombre indogermánico, consagrado como su dios principal, de poder ilimitado, que castigaba terriblemente a quien se rebelara contra él.
Hera: diosa del hogar, protectora de los matrimonios y los nacimientos. Esposa de Zeus, fue calificada por Homero como “ojos de vaca”, en relación con la diosa-vaca, micénica. Ella era la diosa autóctona y Zeus, sería el dios invasor, que se casó con ella y la sometió.
Hades, dios del mundo subterráneo y de los muertos.
Poseidón: dios de los mares y hermano de Zeus.
Deméter: diosa de la agricultura.
Hestia: diosa del hogar.
Afrodita: diosa del amor, tiene un origen oriental. Era esposa de Hefaistos, con quien no estaba realmente unida, y esto despertó los celos del esposo, un dios herrero, despreciado, por su condición de trabajador, por los restantes dioses del Olimpo.
Atenea: diosa de la sabiduría y de la guerra, patrona de Atenas.
Ares: dios de la guerra, de origen probablemente Tracio.
Hefesto: dios del fuego.
Artemisa: diosa cazadora. El Templo emplazado en su honor se hallaba en Éfeso.
Apolo: dios de las artes y de la profecía. Sería una antigua divinidad proveniente de Asia Menor. En la guerra de Troya luchó contra los aqueos, y esto probaría que no era heleno. Residía en Delfos, siendo el principal director de los oráculos.
Hermes: dios del comercio. Con Homero se transforma en mensajero de los dioses y guía de las almas en la vida ultraterrena.
Los dioses de la agricultura son más tardíos, cuando esta actividad se impuso sobre la ganadería.
Deméter y su hija Cora, radicadas en el Santuario de Eleusis, representaban la fertilidad.
Dionisio: dios del vino, de las fiestas y del teatro, era originario de Tracia y Frigia. Fue introducido por los tiranos griegos de Atenas, cuyas fiestas en su honor fueron los antecedentes del teatro griego.
Entre las divinidades secundarias, estaban las ninfas, que habitaban en bosques y campos; las Parcas que marcaban los destinos humanos y las nueve musas, inspiraban a los artistas.
Los dioses comunicaban sus deseos a los hombres, a través de los oráculos. El más conocido, estaba en la ciudad de Delfos, en el templo consagrado al dios Apolo, donde una mujer, denominada pitonisa, intermediaba entre los dioses y los hombres, que consultaban a los oráculos sobre asuntos importantes tanto públicos como privados.
Los templos eran la morada de los dioses. Cada templo resguardaba la imagen de uno en su interior y sus posesiones, producto de las ofrendas que le hubieran consagrado. Allí no se les rendía culto, sino en ceremonias y fiestas públicas y privadas.
Su culto incluía rezos, ofrendas, cánticos, sacrificios, como la quema de grasa de corderos y fiestas públicas, entre las que se distinguían las nacionales, propias de cada ciudad-estado, como las que se celebraban en Atenas, en honor a la diosa Atenea, conocidas con la denominación de Panateneas y las Dionisíacas, en honor a Dionisios y las panhelénicas, que eran para todas las ciudades-estados como los Juegos Olímpicos, en honor a Zeus, los Ístmicos, para rendir culto a Poseidón, los Nemeicos para conmemorar a Heracles o Hércules y los Píticos en honor a Apolo.
También practicaron cultos funerarios. Los griegos no fueron temerosos de la muerte, pero sí de permanecer sin sepultura. Las almas de los muertos, que merecieran castigo, serían condenadas en el Hades, que estaba presidido por Plutos. En ese mundo subterráneo de tinieblas, los cuerpos humanos se convertían en sombras, conservando su alma, pero sin memoria.
Fueron muy propensos a las supersticiones y magias, que ocasionaron una gran variedad de cultos.
Estos dioses subsistieron hasta la decadencia de las polis griegas, donde fueron reemplazados por las religiones mistéricas, que incluían cultos secretos.