La polis griega
Polis, en griego, quiere decir ciudad, y ese era el nombre que recibían en Grecia las diferentes polis, que nacieron luego de la desaparición de los reinos micénicos, cuando se agruparon los pequeños poblados buscando la seguridad que se había extinguido junto con los palacios fortificados.
Cada polis, que halló la protección en un dios, y se instaló en sitios estratégicos, escondía una diferente civilización, a pesar de estar unidas por el lazo común de ser todos helenos, con características particulares y muchas veces, con enfrentamientos bélicos entre ellas.
Todas las polis mantenían ciertos rasgos idénticos, como sus dioses, sus mitos, sus antepasados comunes, su lengua, su escritura, los juegos olímpicos, etcétera, pero a la vez tenían sus tradiciones propias, e independencia política, jurídica y militar.
Las polis estaban formadas por un lugar sagrado llamado Acrópolis, donde estaban los templos a los dioses, la residencia de las familias más importantes y de las autoridades, y servía de resguardo ante el peligro, pues era un sitio fortificado. La Acrópolis estaba rodeada por un centro poblacional, con lugares destinados al cultivo, y bosques de uso común (chora). La plaza pública se denominaba Ágora, donde se reunían los ciudadanos para tratar los temas de importancia política. La ciudad y algunas aldeas conformaban una polis. Algunas polis tenían puertos.
A veces las polis se unían formando ligas, o confederaciones, como sucedió con la Liga de Delos, que se constituyó para derrotar a los persas.
Al gobierno de los reyes, que elegían los nobles, le sucedió el de los propios nobles en las polis, cuando en el siglo VIII a. C, el poder quedó a cargo de la aristocracia, cuyos abusos generaron una gran tensión social.
La expansión griega por el Mediterráneo les hizo fundar colonias adonde extendieron su influencia cultural.
El gobierno aristocrático fue reemplazado por la tiranía bajo el poder de un líder, y luego evolucionó hacia la democracia.
Las ciudades estados que más se destacaron fueron Atenas y Esparta. La primera con gran poder marítimo y con gran vida espiritual y filosófica. La segunda con poder militar terrestre, era una sociedad tradicional y disciplinada.