La Guerra de Troya
LA ILÍADA Y LA ODISEA
Para conocer esta parte de la historia antigua debemos valernos de los poemas homéricos que forman el contenido de la “Ilíada” y la “Odisea”.
El sitio de Troya duró diez años, entre los siglos XII o XIII a. C., pero en esta obra se narran cincuenta y un días.
El origen del conflicto provenía del odio de los griegos o aqueos, como los llama Homero en su obra, hacia los troyanos, generado por el rapto de Helena, esposa del rey espartano, Menelao.
El autor del rapto, fue Paris, hijo del rey de Troya, ciudad asiática ubicada a la entrada de los Dardanelos. Este hecho ya había sido profetizado por los dioses, durante el banquete de bodas que se celebró con motivo de la unión de la ninfa Tetis y el rey Peleo, donde todos los dioses excepto la diosa de la discordia, Eris, fueron invitados.
El enojo de Eris se manifestó dejando una manzana de oro en la mesa destinada a “la más hermosa”. Esta inscripción, que figuraba en la dorada fruta, motivó que la reclamaran para sí, Afrodita, Atenea y Hera.
Paris, hijo del rey de Troya, fue designado para decidir a quien correspondía la manzana, y se la entregó a Afrodita, que a cambio le había ofrecido el amor de la más bella de las mujeres. Esa mujer fue Helena, objeto de su rapto, que tenía un celoso marido.
Menelao, esposo de Helena, y su soberbio hermano Agamenón, rey de Micenas, reunieron a los príncipes griegos aliados (Esparta, Argos, Pilos, Creta, los beocios, el reino de Phtia, en Tesalia, Itaca, Atenas y Salamina) conformando un ejército, que partió desde el puerto de Aulida, ubicado entre Grecia y la isla Eubea. Si bien cada príncipe conservó su autoridad, reconocieron el liderazgo de Agamenón, a quien a pesar de ser objeto de críticas, se le siguió respetando.
Pero Agamenón abusó de su autoridad, tomando para sí una esclava de Aquiles, lo que motivó el enojo de éste, quien se retiró del ejército griego.
La “Ilíada” comienza expresando que va a tratar sobre la cólera de Aquiles, refiriéndose a este episodio.
Aquiles era hijo de la ninfa Tetis, una de las cincuenta hijas de Nereo, dios de las olas del mar, y del rey Peleo, soberano de los Mirmidones, en el sur este de Tesalia (al enlace entre esta ninfa y el rey ya nos hemos referido).
Sobre Aquiles, pesaba una terrible profecía, que auguraba que moriría en Troya, durante su juventud. Gracias a las aguas milagrosas de la laguna Estigia, donde su madre lo bañó, Aquiles adquirió invulnerabilidad, pero quedó fuera de esa protección su talón, lugar de donde su madre los sujetó (esta leyenda no está descripta en la Ilíada sino por un poeta del siglo I, llamado Estacio en su poema “Aquileida”).
Ante la decisión del héroe de abandonar a sus aliados, y el pedido que hace a su madre de implorar a Zeus para que haga retroceder a los griegos, los troyanos al mando de Héctor, avanzaron sobre el ejército de Agamenón, alzándose con la victoria.
Los combates se hacían por lo general a pie, en lucha cuerpo a cuerpo, resguardados por cascos, corazas y lorigas de bronce para proteger los muslos, además de los escudos. Las armas predominantes eran lanzas, picas, arcos y espadas.
Aquiles aceptó que Patroclo, su amigo, que lo había acompañado, enfrente a Héctor, pero perece en el encuentro. Aquiles, decide él mismo enfrentar a Héctor, que se había apoderado de su armadura.
Ayudado por las armas que le proveyó el propio Dios Vulcano, dio muerte a su enemigo, con cuyo cadáver regresó al campamento. Narra luego Homero los funerales de Patroclo, y en el último canto, el rescate del cadáver de Héctor, por parte de Príamo, padre del troyano asesinado, quien convenció a Aquiles con súplicas, que le entregara el cadáver de su hijo, para rendirle honores funerarios en Troya.
Aquiles fue muerto por Paris, según el poeta Estacio, de una flecha en su talón, versión que es la más repetida popularmente.
En la Odisea se relata el viaje de Ulises, durante diez años, luego de la guerra de Troya, que son contados haciendo referencia a veintiseis días, para reencontrarse con su hijo Telémaco. En esta obra el autor presupone que los lectores ya conocen el desenlace de la guerra de Troya.
EL CABALLO DE TROYA
Odiseo o Ulises, rey de Ítaca, propuso durante el largo sitio de Troya, construir un caballo, hueco en su abdomen, que permitiría traspasar las inexpugnables murallas troyanas. La idea consistía en que los soldados griegos se ocultaran dentro del enorme equino de madera, que sería ofrecido a los troyanos como muestra de paz, mientras los restantes soldados griegos, supuestamente se retiraban.
Los aqueos y troyanos de la Ilíada, no poseían caballería para la lucha, sólo utilizaban los caballos para tirar de los carros de guerra. Es un animal que se originaba generalmente como regalo de un Dios. A los troyanos se le ha llamado “domadores de caballos”, lo que supone que sus grandes riquezas podrían provenir del comercio de estos animales.
El ardid funcionó, y el regalo fue ingresado, permitiendo así que los soldados ocultos, salieran al exterior, cuando ya los troyanos dormían, ebrios luego de los festejos. Abrieron las puertas de la ciudad al resto de las tropas, que provocaron un saqueo incontrolable.
Menelao recuperó a Helena, y volvió con ella a Esparta.
VERACIDAD DE LOS HECHOS
La Troya homérica, que buscaban los arqueólogos fue hallada en 1870 por un arqueólogo alemán, llamado Heinrich Schliemann, quien no encontró una ciudad sepultada, sino nueve, una debajo de la otra, originándose un debate entre los investigadores, sobre cuál de esas ciudades correspondía a la descripta por el poeta griego.
Si bien la obra es fantasiosa, la representación de la ciudad de Troya es admirablemente real, aún sin saber exactamente cual fue la relatada, describiéndose su escasa flora y su fauna, y su relieve de valles y montañas.
Las ruinas halladas de la fortaleza troyana, coinciden con la descripción homérica, que solo exageró al describir palacios, ya que Troya era más bien una fortaleza, con puertas y torres de gran altura.