La Democracia en Atenas
Tal como hoy la conocemos y vivimos, la Democracia como gobierno del pueblo, que ejerce su poder a través de los representantes por él elegido, fue una larga y difícil conquista de la humanidad, que germinó con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que inspiraron a la Revolución Francesa, que fue una ruptura contra el despotismo, encarnada en la figura de los reyes absolutistas.
La Revolución Francesa ocurrió en el año 1789, y marcó un antes y un después en la historia humana, al reconocerse a las personas derechos innatos que ningún gobierno puede desconocer, al proclamar la división de los poderes del estado y la idea de la mayoría como sistema para la toma de decisiones.
Sin embargo, en la Edad Antigua, hubo un pueblo que brilló por su genialidad y sus aportes culturales, que nos dejó un legado de sabiduría, en este caso, política, que no puede dejarse de recordar. Ese pueblo fue Atenas, una polis de la antigua Grecia, que contrariando a los demás sistemas de gobiernos vigentes, por lo general tiranos y despóticos, consagró la Democracia como forma de gobierno, a principios del siglo V a. C., siendo, en palabras del propio Pericles, con motivo de un discurso en homenaje a los caídos en la Guerra del Peloponeso, y reproducido por el historiador Tucídides, un modelo para otros estados.
La calificación de modelo que atribuye a la Constitución de su ciudad-estado se basa en que no imita a otras, sino que es única e innovadora. Su principio básico es la igualdad, y la diferencia de oportunidades que poseen los hombres de acceder a la vida pública, sólo se basa en su capacidad y no en otros atributos como la riqueza y el origen.
Aristóteles, un siglo más tarde en el siglo IV, a .C. también reivindica como loable la política de su polis, remarcando que es el pueblo quien detenta el poder, tomándose las decisiones por mayoría, defendiendo esta posición por la mayor posibilidad de corrupción que presentaría aceptar las decisiones de la minoría, que no serían de todos modos, representativas.
En su obra “Política” Aristóteles, analizó en su libro VII, las instituciones políticas de su época, remarcando la característica de igualitaria, e incluso, sosteniendo que en la democracia ejercen más poder los pobres que los ricos, ya que los pobres son mayoría, y en ésa regla se basan las decisiones.
Sostiene la necesidad de la periodicidad de las funciones de los Magistrados, cuya responsabilidad al igual que la del resto de los ciudadanos, será juzgada por la Asamblea popular, que es la que posee los más amplios atributos de mando.
Con respecto a los cargos de gobierno que no necesitan de demasiada sapiencia, sostiene que deben determinarse por sorteo.
Esta Asamblea se reunía en el Ágora, la plaza pública, donde las más importantes cuestiones eran debatidas y resueltas por el pueblo, de acuerdo a sus leyes, según el citado criterio de la mayoría. Esta Democracia era directa, ya que el pueblo no decidía como actualmente, a través de sus representantes sino por sí mismos. Los estrategas, que ejercían su mandato político y militar en cada una de las diez tribus ciudadanas, eran elegidos por la Asamblea Popular, con mandato anual, pudiendo ser reelegidos, como ocurrió con el estratega Pericles que fue reelecto, gobernando ininterrumpidamente desde 445 a. C hasta el 429 a. C., fecha de su fallecimiento.
La implementación de la democracia, surgió a partir de las reformas de Clistenes, en el año 510 a. C, quien quitó a los nobles del supremo poder que ejercían desde el Arcontado y el Areópago, reemplazando la sociedad dividida en cuatro tribus, según condiciones de nacimiento por diez tribus basadas en la ubicación geográfica de los territorios.
La posibilidad de ejercicio de esta Democracia se basaba en que a pesar de predicarse la igualdad, ésta no era para todo el conjunto poblacional, que era de 300.000 habitantes. Se excluían de ésta posibilidad de actuación política, no sólo a los menores de 18 años, como también ocurre actualmente, por su falta de madurez y experiencia, y a los extranjeros, sino también a las mujeres, alejadas de la vida política, y a los esclavos, a quienes no se les reconocían derechos. Sólo decidían, entonces, los hombres libres ciudadanos atenienses. Entre ellos, los votos de todos valían lo mismo.
El escritor y político liberal francés, Benjamín Constant, en el siglo XIX, realizó una comparación entre la libertad de los antiguos y la de los modernos, en su libro “Historia del pensamiento liberal”. En ella, analizó la vida política ateniense, criticando su concepto de libertad, sujeto a las decisiones de la mayoría, que intervenía en todos los asuntos privados, incluyendo la vida cotidiana.
Si bien es cierto que los poderes de la asamblea eran demasiados, y que el concepto de igualdad sólo se refería a unos pocos, no podemos dejar de reconocer que para la época fue un sistema político revolucionario, y que en su esencia, no se contradice con la democracia actual.
Cuando Macedonia adquirió supremacía, en el año 322 a. C., se puso fin al sistema democrático ateniense,