La batalla de Alesia
La batalla de Alesia sucedió en el año 52, antes de la era cristiana, en Alesia, al noroeste de la actual ciudad francesa de Dijon, y significó la consagración de Julio César como conquistador de la Galia, para la República romana en expansión, que pronto se vería convertida en Imperio Romano.
Julio César, luego de su cese como cónsul, dentro del Primer Triunvirato romano, fue nombrado gobernador de la Galia Cisalpina y Transalpina, y de Iliria. Las malas cosechas, hicieron que los empobrecidos galos, en el año 52 antes de Cristo, se rebelaran contra los romanos, y los camutos asesinaron a los ciudadanos romanos que allí habitaban.
Julio César, procónsul romano, teniendo a Marco Antonio al mando de la caballería, luego de vencer a las tribus galas, a los Helvetii, a los Belgae, y a los Nervii, de modo separado, y asegurándose víveres de las tribus que derrotaba, debió enfrentarse al líder de los avernos, Vercingétorix, que había logrado unificar bajo su mando a muchas tribus galas, para defender su territorio de los invasores romanos, dentro de la llamada Guerra de las Galias.
Vercingétorix, decidió privar a los romanos de provisiones, y quemó sus propios campos, fortificando los lugares donde se concentraron, que se localizó en Gergovia. Para lograr la victoria, Julio César, recurrió a la estrategia del asedio, ya que debía vencer con ingenio la superioridad numérica de los galos. Se ubicó en una colina cercana y la fortificó, ocupando también otra cercana a la que conectó a través de zanjas. Sin embargo, al avanzar contra los muros de Gergovia, fueron derrotados.
Vercingétorix se retiró hacia Alesia, para no enfrentarse a campo abierto a los romanos, y construyó en sus cercanías un campamento fortificado, donde concentró 80.000 hombres. Julio César decidió no atacar, sino sitiarlos, construyendo también fortificaciones, y encerrando a Vercingétorix y su gente, con un muro que medía, de alto, dos metros y medio, y de largo, dieciocho kilómetros. Los jinetes galos, lograron escabullirse por la fortificación romana, y fueron en busca de auxilio por parte de otras tribus galas, ante lo cual, César reforzó sus propias fortificaciones con fosos, empalizadas y terraplenes, amurallando, también, la zona que permitía la llegada de los refuerzos galos, estableciendo así una doble protección, que aseguraba que los galos de Alesia no pudieran salir, ni que los refuerzos pudieran atacarlos.
Al llegar los refuerzos galos, los que estaban en Alesia, salieron y rellenaron los fosos romanos, para poder llegar hasta ellos. César colocó a su infantería en los terraplenes mientras mandó a sus jinetes, en su mayoría, aliados galos y germanos, a enfrentarse con los auxilios galos, y lograron vencerlos, lo que también pudieron hacer con los galos que atacaban desde el lugar opuesto. Finalmente, el ejército de socorro se dispersó y los galos atrincherados en Alesia se rindieron, siendo muchos galos esclavizados. Su líder fue entregado a César, quien ordenó que sea estrangulado, públicamente, seis años después.
Pero, Julio César, había decidido conquistar la Galia, sin autorización del Senado romano; y Pompeyo, el nuevo Cónsul, que veía a Cesar, su antiguo socio en el Triunvirato, como un enemigo, convenció a los senadores de que César debía ser juzgado a su vuelta a Roma. Esto desató una guerra civil entre César y Pompeyo, cuando Julio César, desafió la orden y cruzó el río Rubicón, con su ejército, para dirigirse a Roma. Pompeyo resultó asesinado en Egipto y más tarde, Julio César, el nuevo y poderoso Cónsul de Roma, también sería asesinado, en la misma Roma.