Filipo de Macedonia
En el 356 A.C. subió al trono de Macedonia el joven Filipo quien, apenas rebasados los veinte años, se veía convertido en señor de un reino caótico y violento en el que eran frecuentes las disputas por el poder y el asesinato de reyes. Tomó el poder bajo el título de Filipo II, rey de Macedonia. Sucedía a sus dos hermanos mayores ya muertos: Pérdicas III y Alejandro II y a su padre Amintas III.
Había nacido en el 382 A.C. en Pella, desde muy joven fue un notable jinete y nadador; también se había caracterizado por su aguerrido temperamento y su valor en el campo de batalla como soldado. Tomó por esposa a Olimpia, hija del señor de Épiro, con quien tendría un hijo: el célebre Alejandro Magno, cuya fama terminaría por opacar las hazañas de su padre.
En una de las constantes guerras que los macedonios sostenían contra los griegos, Filipo fue tomado como rehén y hecho prisionero por tres años en Tebas, donde tuvo oportunidad de conocer por dentro los entresijos de la organización militar del estado tebano y sus estructuras políticas. Particularmente le llamó la atención las tácticas de batalla de una de las partes más móviles del ejército griego: la falange. En secreto, ideo nuevos movimientos y estudió sus puntos débiles. Notó la gran debilidad política de la antes poderosa Tebas y sintió que la hora de imponerse había llegado para Macedonia.
Al regresar a su patria se dio a la tarea de organizar al ejército, sometiéndolo a una estricta disciplina y entrenamiento constante. De diez mil soldados pronto creció a treinta mil. Parte de su entrenamiento consistía en caminar 50 kilómetros diarios cargando armas y bastimentos.
Comenzó sus campañas militares en el 355 A.C. y logró conquistar Crénidas (a la que nombró Filípolis) rica en oro, mismo que aprovechó para acuñar una moneda más fuerte que las de plata que manejaban las demás ciudades. En el 349 A.C. llegó a la Cálcide y un año después se hizo gobernador de Tesalia.
Filipo logró entrar a territorio griego en el 346 A.C.tomando la Fócide. Los demás griegos, temerosos de la belicosidad del macedonio, le permitieron tomar parte de la Anfictionía o consejo de las ciudades. Filipo pronto tomó el control no sólo de los asuntos políticos de Grecia, sino también de la religión y la milicia, llegando a controlar el oráculo de Delfos.
En Queronea, acabó con los ejércitos de Tebas y Atenas en el 338 A.C., tomó parte en esta batalla el joven Alejandro, que apenas cumplidos los dieciocho años, tenía a su mando un ejército de casi dos mil soldados. Se cuenta que con Atenas, Filipo fue misericordioso, no así con la odiada Tebas a la que sometió con mano dura.
Tras vencer a las dos más grandes polis griegas, exigió a Esparta someterse a su poder, pero los laconios no estaban dispuestos a dejarse gobernar por un extranjero. Filipo envió su mensaje: en caso de entrar a Esparta, centro de la Lacónide, la arrasaría. La respuesta del rey espartano Agis III es famosa justamente por su laconismo: “Sí”. Quizá esto sirvió para que Filipo desistiera de invadir a los espartanos, por lo que su siguiente objetivo fue Asia, en particular el Imperio persa.
Dentro de la Anfictionía, Filipo tenía enemigos y detractores que lo odiaban; uno de los más encarnizados enemigos del rey de Macedonia fue el orador ateniense Demóstenes en cuyos encendidos discursos procuraba levantar la llama de la enemistad entre Atenas y Macedonia. Estos discursos pasaron a la historia con el nombre de “filípicas”.
Filipo decide poner fin a su relación con Olimpia en el 337 A.C., con la intención de casarse con una joven noble macedonia. La familia de Olimpia protesta y se malquista con el rey, quien hace toda clase de movimientos para aplacar el enojo de su aún esposa y su poderosa familia.
En poco tiempo logró la separación de Olimpia y se organizaron grandes festejos para celebrar las nuevas bodas del rey. Tras un dispendioso banquete donde dio muestras de su riqueza y poder, se dice que Filipo se dirigió al teatro para cerrar con broche de oro las festividades, pero justo antes de entrar al lugar, un joven se lanzó en su contra puñal en mano, hiriéndolo de muerte.
Muchas hipótesis hay detrás del asesinato del controvertido rey de Macedonia, se suele implicar en su muerte a Olimpia, a Demóstenes y al rey de Persia -enemigos jurados del macedonio- e incluso a su propio hijo Alejandro. Tras su muerte, su hijo Alejandro llevaría a cabo la empresa con la que Filipo había soñado: sojuzgar a los persas y extender los confines de su reino más allá de sus límites asiáticos, concretamente hasta la India.