El Helenismo
Es el período comprendido, desde la muerte de Alejandro Magno, en el año 323 a. C., hasta la mitad del siglo I a. C., cuando los romanos incorporan esos territorios a su Imperio. Sin embargo, los rasgos culturales del helenismo sobrevivieron ulteriormente durante un largo tiempo.
Alejandro Magno, de Macedonia, que gobernó desde el año 336 a. C., hasta el año 323 a. C., logró establecer un Imperio que comprendía desde el río Indo hasta Egipto.
La cultura griega fue incursionando en los distintos pueblos, pero también ella recibió la influencia de las culturas orientales, dando nacimiento a una nueva, la helenística, que se difundió en la vida urbana, ya que entre las comunidades campesinas siguieron rigiéndose por sus propias tradiciones.
Las ciudades helenísticas, entre cuya población se adoptó el griego como lengua oficial, fueron fundadas por Alejandro, en un número superior a setenta, según el modelo griego. Las principales ciudades fueron Pérgamo y Antioquía, en Asia Menor (en la orilla izquierda del río Orontes), y Alejandría, en Egipto. Allí vivían griegos de todas las profesiones: filósofos, artistas, comerciantes, soldados y científicos, que aportaron su cultura y adoptaron la oriental, con sus lujos y ornamentos.
Alejandro adoptó la costumbre oriental persa, de postrarse ante el rey, en su sede de Babilonia. Se casó con Roxana, hija de un sátrapa persa y estimuló a sus amigos y compañeros de armas a imitarlo. Los persas fueron admitidos en las filas del ejército, obteniendo igualdad de derechos.
La ciudad de Alejandría, fue capital de Egipto, y del reino de los ptolomeos, durante un millar de años. Fue fundada en el año 332 a. C., y estuvo conformada por aproximadamente un millón de habitantes, contando con un museo, un jardín botánico y un zoológico, siendo un importantísimo centro comercial, desde cuyo puerto, iluminado por un faro de más de cien metros de altura, se comerciaba con Arabia, la India y África. Este faro fue considerado una de las siete maravillas del mundo. Su producción artesanal incluía perfumes, trabajos en metal y papiros.
Fue muy famosa su Biblioteca, que subsistió hasta su incendio, en el año 47 a. C., contando con alrededor de 500.000 rollos de papiro, con la información de la época.
A la muerte de Alejandro, en el año 323 a.C., tras un largo período de luchas por la sucesión, el territorio se desmembró en tres reinos: Macedonia, Egipto y Siria, recibiendo el nombre de reinos helenísticos, rivales entre sí, con gobiernos a cargo de monarcas absolutistas y teocráticos que adquirían el poder por méritos o acciones militares, lo cual ocasionaba muchas disputas entre los aspirantes al trono, que llegaban a incluir conspiraciones y asesinatos.
La palabra «helenismo» de origen griego, significa «hablar como griego» y deriva de «helen» que quiere decir, griego.
Dentro de la fusión cultural, también la religión sufrió esta influencia, produciéndose lo que se conoce como sincretismo religioso: Al dios Zeus se lo identificó con el dios egipcio Amón, creándose además nuevos dioses, como la diosa Fortuna, o Tiqué, que determinaba el destino de la humanidad.
En esta etapa se produjo un gran avance científico, destacándose Euclides, un matemático de la escuela de Alejandría, quien expuso varios teoremas sobre geometría, contándose entre sus discípulos a Arquímedes. El geógrafo y matemático Eratóstenes, calculó el diámetro terrestre utilizando el reflejo del Sol de mediodía en pozos excavados en forma equidistante, y elaboró un mapa del mundo donde unió Asia y África. Arquímedes perfeccionó el método griego de numeración, creó máquinas bélicas y estableció principios sobre la aplicación del plano inclinado, la palanca, la polea y la grúa. En medicina se destacó Galeno.
La teoría heliocéntrica fue sostenida por Aristarco de Samos, pero no le creyeron.
Se otorgó gran importancia a la vida artística, con esculturas que representaban escenas cotidianas, desnudos femeninos y niños, con sensación de movimiento, y posturas exageradas. El hombre representado deja de ser una abstracción para cobrar el aspecto de un ser concreto. En este ámbito cabe destacar a Lisipo. Los edificios se caracterizaron por la opulencia y las grandes dimensiones, dejando de lado en cierta medida, el equilibrio estético. En pintura, se destaca la importancia otorgada al paisaje, ya sea como tema central o ambientando la obra.
En el ámbito filosófico sobresalieron dos escuelas, de hondo contenido moral, la estoica y la epicúrea.
La primera fue fundada en el año 300 a. C., por Zenón de Citio (335-263) y se esforzaba por llegar a la virtud, alejándose de los bienes terrenales y de los placeres mundanos, proponiendo un autodominio de las emociones, por ejemplo, renunciando a manifestar el dolor.
La epicúrea, escuela ateniense, que toma su nombre de su fundador, Epicuro de Samos (341-270) proponía llegar a la felicidad, que asociaban a la paz espiritual, lograda a través de los valores éticos. Mediante la sabiduría, el placer y el bien, que resultan unidos, se pretendía alanzar la serenidad (ataraxia).