El emperador Antonino Pío
El que sería el emperador Antonino Pío, nació al sureste de Roma, en Lanuvium, bajo el nombre de Tito Aurelio Fulvio Boyonio Arrio Antonio, el 19 de septiembre del año 86; fue criado por su abuelo, tras la temprana muerte de su padre, y al morir el abuelo, heredó su inmensa fortuna, aunque esto no le quitó su humildad.
Ingresó en el “cursus honorum” como cuestor, en el año 112, siendo elegido, cinco años más tarde como pretor, y accediendo al consulado en el año 120. Entre los años 133 y 136 fue procónsul en Asia.
Perteneciente a la dinastía antonina, a quien le dio el nombre, a pesar de no ser el primero de ellos; sucedió en el trono imperial a Adriano, quien gobernó desde el 24 de enero de 76 al 10 de julio de 138. Adriano había primero adoptado como su sucesor al cónsul, Lucio Ceionio Cómodo, tomando el nombre de Lucio Aelio Vero, pero el 1 de enero de 138, Lucio Vero murió, y Adriano, adoptó, entonces, al legatus consularis de Italia, Antonino Pío, yerno de Lucio Vero, con la exigencia, de que adoptara, a su vez, a Lucio Ceionio Cómodo y a Marco Annio Vero, siendo este último el que asumiría como Marco Aurelio.
Tras la muerte de Adriano, Antonino, ordenó al Senado deificar a Adriano, y allí fue apodado Pío en el sentido de piadoso. Su gobierno se caracterizó por la estabilidad y los pocos enfrentamientos armados, siendo algunos de ellos en Mauritania y debiendo construir una muralla defensiva en la isla de Gran Bretaña, conocida como el muro de Antonino entre los años 140 y 142, a 160 kilómetros al norte de la muralla de Adriano, con el objetivo de someter a los pictos que eran una amenaza, y vivían entre ambas murallas.
Redujo el número de funcionarios y las cargas impositivas. Repartió dinero y comida al pueblo y al ejército y organizó juegos, usando para ello su propio patrimonio. Favoreció a los pobres con sus leyes y también a los esclavos, a quienes su amo no podía matar sin cometer homicidio; debiendo venderlos en caso de que se probara maltrato.
Su relación con el Senado fue cordial, a diferencia de lo que ocurrió con Adriano y protegió a los cristianos.
El que fuera uno de los cinco emperadores buenos, según la opinión de Mquiavelo, y habiendo vivido siempre en Roma, una vida honesta construyendo una familia modelo, falleció de muerte natural, en Lorium (Etruria) el 7 de marzo de 161, siendo deificado por el Senado. Lo sucedieron como co-emperadores sus hijos adoptivos, Lucio Vero y Marco Aurelio.