La importancia del río Nilo
En los desiertos calcinados del nordeste de África, se destaca una franja verde de unos 6 a 25 kilómetros de ancho y con una longitud de 1.200 km 2 desde el mar Mediterráneo por el norte hasta lo que hoy es Asuán, por el sur,. Este oasis es posible gracias al río Nilo que recorre el centro de este territorio fértil con el privilegio que le confiere ser el segundo río más largo del planeta, luego del Amazonas, y forma un enorme delta en su desembocadura. El río Nilo se alimenta de las lluvias estivales (el resto del año es sumamente seco) que cada año al crecer su caudal con el agua de las precipitaciones, que baja por las laderas montañosas, inunda los valles por más de dos meses (entre julio y octubre). Cuando el agua se retira queda una tierra de increíble riqueza y por ello fue elegido ese lugar, para el asentamiento humano de varias comunidades agrícolas africanas de lengua camita, organizadas en clanes, en el año 5.000 antes de la era cristiana. Ellas vieron además de una fauna muy diversa, que allí había un refugio natural contra las invasiones. Al asentarse allí comenzaron a desarrollar la práctica de la agricultura, aprendiendo a controlar las crecidas del río, haciendo obras de drenaje y canalización, y previendo las crecidas con la fabricación de un calendario solar.
Hoy el hombre es capaz de modificar las condiciones ambientales para crear ciudades en zonas desérticas trayendo agua por sistemas complejos, pero en ese entonces, el agua era esencial para que pudieran allí establecerse las civilizaciones florecientes, como lo fue Egipto. El Nilo dividió su población en dos zonas, la del Alto Egipto, que ocupaba todo su largo excluyendo el delta; y la del Bajo Egipto, en el delta. Estos reinos fueron unificados en año 3.000 antes de Cristo. En la actualidad gran parte de la población egipcia se asienta en sus márgenes, donde están emplazadas las ciudades principales.