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Crisis del siglo III

Publicado por Hilda

Antecedentes

El imperio romano desde su instauración por Augusto en el año 27 a. C. había logrado una gran expansión económica y territorial, aunque la distribución de la riqueza no era equitativa, concentrándose en pocas manos. El mantenimiento de los ejércitos, de la gran obra pública, y de la amplia burocracia eran una pesada carga para el erario público, lo que sumado a la concentración urbana traerían una crisis en el siglo II con suba de precios y hambrunas las que fueron contenidas por los emperadores antoninos Nerva, Trajano y Antonino Pío, creándose fundaciones alimentarias y otorgándose préstamos a los campesinos.

Aún no recuperado de la crisis social y económica, el siglo III sumó a éstas el problema político. A la muerte de Cómodo, el último de los antoninos, Roma vivió guerras civiles. Asesinado Cómodo, asumió Pertinax, prefecto civil quien fue asesinado por la Guardia pretoriana. Luego asumió Didio Juliano, también asesinado. Estas luchas internas por los aspirantes al cargo, que eran elegidos por el ejército y el Senado pero luego derrocados por fuerzas adversarias, dejaban las fronteras inseguras y permitían el ingreso de extranjeros, mientras la crisis económica recrudecía. Esto fue la ante sala de la futura anarquía militar o crisis del sigo III.

En el año 193 el africano Septimio Severo fue designado emperador por el ejército, quien convirtió su poder en absoluto, restringiendo el poder senatorial, y restableció las fronteras, aumentando el número de legiones. A su muerte, en el año 211, le sucedió su hijo Caracalla quien fortaleció el ejército y las fronteras pero murió asesinado por su propio ejército en el año 217. Le sucedió Macrino, nombrado por sus soldados, quien murió ejecutado en el año 218, ocupando el poder Heliogábalo, que gobernó hasta el año 222, cuando fue asesinado luego de una política impopular, corrupta y licenciosa, habiendo introducido en Roma el culto del Sol. Alejandro Severo ocupó el trono, quien representó el último intento de evitar la anarquía militar. Restituyó los poderes al Senado, trató de revitalizar las instituciones, pero ya era tarde.

La crisis propiamente dicha

Con la muerte de Alejandro Severo en el año 235, comenzó la llamada anarquía militar, donde se sucedieron los emperadores designados por cada ejército siendo habitual el asesinato de emperadores por los soldados pretorianos. Se conocieron en este período más de dieciocho emperadores legítimamente designados, que no lograron ocupar el poder tres años, emperadores que gobernaron con sus hijos u otros colegas, a los que deben sumarse incontables usurpadores, especialmente en zonas militares o sujetas a invasiones bárbaras, donde se necesitaba un poder efectivo y presente para negociar o tomar decisiones bélicas.

El emperador Decio resultó muerto en el año 251, peleando contra los godos y Valeriano, en el año 260 fue hecho prisionero por los persas, mientras los godos ingresaban en Grecia y en Asia Menor. Las hambrunas, pestes y suba de precios empeoraban aún más la situación. Con Galieno que gobernó entre los años 253 y 268 junto con Valeriano, y sólo luego de la muerte de su compañero, se introdujo en Roma la cultura oriental. Sus propios soldados terminaron con su vida y comenzó la etapa de los emperadores ilirios, que trataron de contener la decadencia del imperio, aunque proseguían los problemas sobre la sucesión al poder imperial, continuando con la práctica de las muertes violentas de emperadores, usurpación del mando y conjuras.

Durante este período, la fragmentación del imperio se hizo evidente con la aparición de estados separatistas como el Imperio Galo y el Imperio de Palmira. El Imperio Galo, que abarcaba las provincias de Galia, Britania y, en ocasiones, Hispania, fue fundado por el general Póstumo en el año 260. Mientras tanto, el Imperio de Palmira, bajo el liderazgo de la reina Zenobia, se estableció en el este, controlando grandes partes de Siria, Egipto y Asia Menor. Estos estados reflejaban la incapacidad del gobierno central para mantener el control y la unidad del imperio.

Recién Diocleciano (284-305) comenzará un intento eficaz para restaurar el orden sucesorio con la instauración de la Tetrarquía. Diocleciano implementó reformas administrativas y militares significativas, dividiendo el imperio en regiones más manejables y estableciendo un sistema de co-emperadores para asegurar una transición de poder más estable. Estas medidas, aunque no eliminaron por completo los problemas del imperio, sentaron las bases para una relativa estabilidad en los años siguientes.