China primitiva
Amurallada por fronteras naturales, las montañas, y bañada por dos importantes ríos: el Huang Ho o río Amarillo, peligroso por sus desbordes, y el río Yangtse-Kiang o río Azul, que origina zonas fértiles, provocando los mayores asentamientos poblacionales, se originó la civilización China.
La primera dinastía China, fue la Hia, que gobernó desde el año 2737 a. C.
Desde el año 1525 a. C. gobernó la dinastía Chang, cuando China aún no era un estado en sentido moderno, donde los campesinos vivían aún en la edad de piedra, organizados en forma feudal, o sea sometidos a los dueños de la tierra que a su vez le debían obediencia al rey.
Existía una polarización de clases sociales, con una clase pobre y campesina, sometida, y una clase rica, de residencia urbana, dedicada a la guerra y a la caza.
Como modo de escritura se utilizaba los “huesos de los oráculos”, donde los hechiceros hacían agujeritos en el hueso, que con calor se resquebrajaba, y esas líneas eran interpretadas por un sacerdote.
En el año 1122 a. C., la dinastía Chang, cuyo último emperador, Chou-sin, se caracterizó por su crueldad y el poco empeño en los asuntos de gobierno, fue depuesta por un pueblo llamado Chu, en la provincia occidental, liderados por Wu-Wang, que inauguró la dinastía Chu.
Wu-Wang, era hijo de Won-Wang, un revolucionario, que sentó en su “Libro de los Cambios”, escrito desde la cárcel, sus ideas, contrarias al gobierno de los Chang, y falleció en prisión.
El nuevo gobierno se preocupó por establecer una férrea disciplina y estrictas normas morales y de costumbres, apegados a la tradición y el respeto de su historia.
Wu-Wang, recompensó con tierras a sus hombres, quienes comenzaron a ejercer autoridad sobre ellas, a menudo alejadas entre sí, con lo que la autoridad política comenzó a fragmentarse. Surgieron así numerosos estados poderosos, cinco de los cuáles adquirieron preeminencia, sobre todo el de Tsin, que logró imponerse sobe el resto, en el año 249 a. C., asumiendo el poder su gobernante, Cheng, bajo el nombre de Chi Huang-Ti (primer emperador universal) dos años más tarde, inaugurando con tan sólo 13 años, una nueva dinastía.
Chi Huang-Ti, unificó el imperio bajo su dominio, dividendo el territorio en gobernaciones, a cargo de gobernadores sometidos a su autoridad, y realizó una inmensa obra pública, que incluyeron edificios, caminos, puentes, palacios y canales.
Una de las grandes obras de Chi Huang-Ti, fue la Gran Muralla, construida como defensa ante los ataques de los pueblos bárbaros del norte. La muralla, de una extensión de 3.000 km. de largo, unió murallas preexistentes, y extendió la zona protegida.
La lengua china, que se escribe por medio de caracteres, fue durante esta dinastía, transformada en “caracteres de sello pequeño”, que aún están vigentes.
Con el objetivo de crear una nueva historia, decidió borrar el pasado de China, para lo cual ordenó quemar libros y manuscritos, aunque la memoria del pasado quedó intacta en su pueblo, que lo conservó en sus mentes, para cuando la libertad les permitiera expresarse. Sobre todo la memoria colectiva conservaba la prédica del maestro Confucio, quien había vivido en el siglo VI a. C. y había sentado las bases, no de una religión sino normas de conducta, que incluían el respeto, la lealtad y la obediencia como reglas de vida.
También se preservó internamente, el taoísmo (tao=camino), una escuela filosófica fundada por Lao-tsé en la misma época de Confucio, propugnando un respeto y acercamiento a la naturaleza, en una actitud contemplativa, pasiva, un no hacer frente al mundo, viviendo en humildad y aceptación.