Antigua Corinto
Cuando se recuerda a las polis griegas, en seguida se piensa en Esparta y Atenas, aunque luego, casi de inmediato se piensa en Corinto, ciudad–estado con una posición estratégica, por ser el único modo de conectar por una angosta franja de tierra, a Grecia con el Peloponeso, y situada en medio de las dos polis antes mencionadas. Para ubicarnos en el mapa actual, Corinto está al sudoeste del canal que atraviesa el istmo de Corinto, del cual la separan unos ocho kilómetros.
Los griegos llegaron a Corinto para dominarla, en el segundo milenio antes de la era cristiana, más tarde los hicieron los dorios y luego los macedonios.
Durante la época doria, y en el gobierno de la nobleza de los Baquíadas (750 a 620 antes de Cristo) Corinto fue un gran referente cultural. Gobernaron como pritanos, con poderes más limitados que el de los reyes, renovándose en el cargo anualmente, siendo elegidos entre los integrantes del clan. En el año 655 antes de Cristo, se impuso la tiranía de Cipselo, un polemarca (comandante militar) cuya madre era una noble Baquíada y su padre Eetión, rey de Tebas. Císpelo aprovechó para tomar el poder, la situación de las guerras pocos favorables que se estaban desarrollando contra Córcira (isla situada en el mar Jónico) y Argos (ciudad del Peloponeso). Gobernó sabiamente durante tres décadas.
En el año 196 antes de Cristo, los romanos que la habían conquistado, declararon su independencia, pero el cónsul Lucio Mumio la destruyó cincuenta años más tarde por haber osado rebelarse contra Roma. En el año 44 antes de Cristo, Julio César ordenó su reconstrucción, convirtiéndola en una ciudad comercial, con hermosos templos y hasta una sinagoga, pasando a ser una colonia romana (Laus Iulia Corinthiensis). La habitaron personas de muy diferentes niveles sociales y étnicos: griegos, romanos, judíos, orientales y muchos esclavos.
Corinto era una ciudad rica ya que contaba con dos importantes puertos, uno sobre el golfo Sarónico, llamado Cencrea y otro sobre el golfo de Corinto, denominado Leque, donde se cobraban importantes tasas aduaneras. Pero así como era económicamente próspera también abundaban allí las conductas inmorales.
El Acrocorintus era una ciudadela con triple línea de murallas, que según la mitología le habría correspondido al dios del sol helio, en la disputa que mantuvo con Poseidón (dios de los mares), a quien le fue asignado el istmo de Corinto, por parte del árbitro de la contienda, Briareo, que era un Hecatónquiro (gigante que contaba con cincuenta cabezas y una centena de brazos) según el relato de l historiador griego Pausanias.
El Acrorintus estaba situado sobre los escarpados montes del sur de la ciudad, donde se hallaba el templo de la diosa Afrodita y la fuente de Pirene, y que era más grande que la propia Corinto, por lo cual podría servir de refugio a los habitanyes si eran invadidos. Fue también blanco de la destrucción del cónsul romano Mumio, y luego reconstruida.
El apóstol Pablo, envió dos cartas a los corintios cristianos, luego de haber vividos allí durante tres años. La dos epístolas son libros de la Biblia cristiana o Nuevo testamento, que escribió, la primera desde Éfeso y la segunda desde Macedonia alrededor del año 57.