Alejandro Severo
Alejandro Bassiano, el futuro Alejandro Severo, nació en Arca Cesarea, en lo que hoy es Siria, el 1 de octubre del año 208, y fue adoptado por el emperador Marco Aurelio Antonino Augusto (Heliogábalo), su primo, cuyo nombre originario era Vario Avito Bassiano, quien lo nombró César y por lo tanto sucesor.
Heliogábalo descubriendo las pretensiones de que el poder fuera asumido por su hijo adoptivo, le retiró sus títulos e intentó asesinarlo. Sin embargo esto se volvió en su contra. Tras el asesinato de Heliogábalo, en el año 222, tramado por su abuela y la guardia pretoriana, el nuevo emperador fue Alejandro Severo de tan solo 13 años, quien había recibido una esmerada educación. Las que gobernaron en realidad fueron su madre, y sobre todo, su abuela, Julia Mesa, por la edad del emperador y por su carácter dócil y tranquilo. Julia Mesa falleció cuatro años después y el poder quedó a cargo de Julia Mammea, madre de Alejandro.
Alejandro contrajo enlace con Cnea Seya Herennia Salustia Barbia Orbiana, pero posiblemente por celos de la madre de Alejandro, la hija fue desterrada y el padre asesinado.
Respetó el cristianismo y otras religiones, como el judaísmo. Trató de eliminar la imagen licenciosa que había impuesto su antecesor, expulsando a quienes ejercieran la prostitución. Realizó una importante obra pública. Creó un Consejo de Regencia compuesto por 16 senadores. Se recortó el presupuesto militar, aunque asignó a los soldados tierras y ganado. Esto no impidió que Alejandro hiciera exitosamente una campaña contra los sasánidas, que habían atacado las provincias mesopotámicas.
Sin embargo, sus día terminaron en manos de sus propios soldados, que vieron con profundo malestar que hiciera regalos a los germanos que amenazaban la frontera norte del imperio, para lograr la paz, mientras sus tropas sufrían privaciones. Pereció asesinado al igual que su madre en Maguncia, a los 26 años. El Senado lo deificó. Su sucesor fue Maximino el Tracio, quien inaugurará un período conocido como la anarquía militar o crisis del siglo III.