La religión en la Antigua Roma
Los romanos tenían dioses para toda la comunidad, que representaban el culto oficial y dioses privados, pertenecientes a cada familia en particular, ya que cada una de ellas era una unidad política, económica y religiosa.
La tríada oficial estaba integrada por tres dioses de origen indoeuropeo: Júpiter, Marte, dios de la guerra y Quirino, que era el rey Rómulo divinizado. Esta tríada fue reemplazada, bajo la influencia etrusca, por Júpiter, Juno y Minerva, representados con forma humana (antropomorfismo).
Había dioses que representaban a las fuerzas de la naturaleza, llamados númenes a quienes se les rendía culto en los campos, cuevas y bosques.
El personaje dominante de la religión estatal, era el Pontífice Máximo, que ejercía autoridad sobre el resto de los sacerdotes, que no se dedicaban sólo a la función religiosa sino que eran aristócratas que además desempeñaban las magistraturas o cargos militares.
Entre los más destacados sacerdotes, pueden mencionarse, a los Pontífices, organizados en un colegio de quince miembros. Probablemente su nombre signifique “hacedores de puentes”, al ser esa su función en los orígenes. Su función era fundamentalmente jurídica, brindando asesoramiento legal y supervisando las fiestas estatales y el calendario.
Los augures se encargaban de consultar la voluntad de los dioses, para saber si un día era apto o no, para realizar alguna acción (fasto o nefasto). Para comprender esta situación observaban ciertos signos de los animales, como el apetito de los pollos sagrados o el vuelo de las aves.
Los auríspices, cumplían la misma función de adivinación que los augures, pero la consulta a los dioses la hacían a través de las entrañas de los animales sacrificados, costumbre heredada de los etruscos.
Las vestales eran sacerdotisas consagradas al culto de la diosa Vesta, siendo inviolables al igual que el templo. Ingresaban a los 16 años, y durante 10 años se desempeñaban como aprendices, luego ejercían la función de cuidar el fuego sagrado durante 10 años y luego pasaban otros 10, enseñando a las novicias. Durante su desempeño realizaban voto de castidad, que si no era cumplido, eran quemadas vivas. Debían limpiar el templo de Vesta los días 24 de marzo, 24 de mayo y 16 de junio de cada año.
Dentro de los dioses familiares estaban los lares o dioses del hogar que lo custodiaban y estaban siempre en él. Cuando la mujer, extraña a la familia se incorporaba, por justas nupcias, y antes de realizar el ritual de tomar los dioses del marido ante el fuego sagrado, el reciente esposo la cargaba en sus brazos para atravesar el umbral, para que los dioses que allí moraban no se enojaran, ya que ella aún conservaba sus propios dioses familiares. Las habitaciones de la casa daban a un patio, llamado atrio, donde en una capilla se les rendía homenaje. El fuego sagrado, siempre encendido, era símbolo de devoción y respeto. A cargo de la religión familiar se hallaba el paterfamilias.
Los penates, representados por dos jóvenes que sostenían el cuerno de la abundancia, protegían las pertenencias materiales de los miembros del grupo familiar.
Los manes eran los antepasados muertos, a quienes cada familia ofrecía rituales particulares.
Cuando se produjo la conquista de Grecia, los romanos tomaron como propios los dioses griegos a quienes cambiaron la denominación, a excepción de Apolo que continuó con el mismo nombre.
La equivalencia entre dioses griegos y romanos fue la siguiente:
Griegos-Romanos
Zeus-Júpiter (Dios principal, del cielo y del trueno)
Hera-Juno (Dios de la fertilidad)
Atenea-Minerva (Diosa de la sabiduría)
Ares-Marte (Dios de la guerra)
Artemisa-Diana (Diosa de la caza)
Hermes-Mercurio (Dios del comercio)
Hefesto-Vulcano (Dios del fuego)
Hestia-Vesta (Diosa del hogar)
Apolo-Apolo (Dios de la belleza, de las artes
y de la profecía)
Afrodita-Venus (Diosa del amor)
Deméter-Ceres (Diosa de a fertilidad)
Poseidón-Neptuno(Dios de los mares)
Dionisio-Baco (Dios del vino y de las
fiestas)
Eros-Cupido (Dios del amor)
Cuando Roma conquistó Oriente, su culto influye decididamente en los conquistadores, tiñendo su religión de un contenido moral, que hasta entonces carecía, ya que la religión romana se componía de una mezcla de ceremonias y ritos que intentaban solamente lograr el favor de los dioses. La religión oriental ofrecía la oportunidad de redención, otorgándole suma importancia a las comidas rituales, al sufrimiento como modo de perdón de los pecados y a las ceremonias de purificación.
Dentro de las ceremonias de purificación, se destacó la de taurobolium, primero dedicada al culto de Cibeles y que luego se extendió a otros dioses. En este ritual de purificación, el devoto era colocado en un hoyo y bañado con la sangre de un toro sacrificado.
El culto a la Magna Mater o Cibeles, diosa de la tierra y protectora de su pueblo, a quienes les otorgaba frutos y mieses; salud y protección, tuvo su origen en Frigia (Asia Menor), y fue adoptado por los romanos en el año 204 a. C., como resultado de una profecía que vaticinaba que esta diosa los ayudaría a vencer a Aníbal. Durante las conmemoraciones en su honor se recordaba a su esposo Attis.
Attis era el Dios de la vegetación, que había muerto y resucitado, manifestándose eso en las estaciones, realizándose en su honor, ritos frenéticos.
El culto de la muerte y de la resurrección también se ofrecía en honor al dios egipcio, Osiris, víctima de la maldad de su hermano Seth.
El culto a Mitra, dios iranio, estaba reservado a los hombres, sobre todo para los soldados, representándolo como un muchacho que está matando un toro. De la sangre del toro surgiría la vida vegetal y animal.
En el año 313 se adoptó el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano.