Juan José Flores
Nació el 19 de julio del año 1800, en Puerto Cabello, en el estado Carabobo (Venezuela) y desde edad muy temprana, pobre y con escasa instrucción, se sintió atraído por las milicias entrando a combatir del lado realista, para sentir luego inclinación por la causa revolucionaria, cuando cayó bajo su poder, ingresando como alférez. Es así, como con tan sólo 15 años comenzó a pelear en pos de la independencia colonial.
En 1819, fue ascendido a Teniente Coronel, y el 1 de octubre de 1822, Simón Bolívar le concedió el grado de Coronel. En 1823 fue nombrado Gobernador de la provincia de Pasto. Durante su mandato, demostró una gran capacidad de liderazgo y una visión estratégica que le permitió consolidar su posición y ganar el respeto de sus subordinados y superiores.
El 21 de octubre de 1824, en la ciudad de Quito, contrajo enlace con Mercedes Jijón, que lo convertiría en padre de una docena de hijos. En 1828, ya había alcanzado el grado de General en Jefe del ejército. Su vida familiar, aunque a menudo eclipsada por sus responsabilidades militares y políticas, fue una fuente de gran alegría y orgullo para él.
En Tarqui, el 27 de febrero de 1829, venció a los peruanos, que querían separarse de la Gran Colombia. El 11 de agosto de 1830, suscribió con ese país, en Lima, el Tratado Pedemonte-Mosquera por el cual Perú veía reconocida su soberanía, pero sólo hasta la rivera sur del río Amazonas. Este tratado fue un hito importante en la historia de las relaciones entre Ecuador y Perú, y estableció un precedente para futuras negociaciones y acuerdos.
Luego de desempeñarse como Prefecto del Departamento del Sur de la Gran Colombia, se sumó a Venezuela, en dejar trunco el sueño de Bolívar de una Gran Colombia, y el 13 de mayo de 1830 fue designado Jefe Supremo del nuevo estado de Ecuador, tras ser asesinado Sucre, a quien se veía como firme candidato para ese cargo. Las suspicacias hicieron crecer un rumor, no comprobado, que fue Flores el mentor del crimen. El mandato fue ejercido por Flores hasta el 14 de agosto, en que se convirtió en Presidente Provisional. Fue elegido por la Asamblea Constituyente reunida en Riobamba, primer Presidente Constitucional de Ecuador, el 11 de septiembre de 1830. Asumió el 22 de ese mes y año, desempeñando la Primera Magistratura hasta el 10 de septiembre de 1834, donde el país vio crecer su deuda externa ante una administración deficiente.
El 23 de septiembre de 1830 la Constitución sancionada por la Asamblea de Riobamba dividió a la República en tres departamentos: Quito, Guayaquil y Cuenca. Esta división fue una de las primeras medidas que tomó Flores para consolidar el nuevo estado y establecer una estructura administrativa eficiente.
Las provincias de Pasto, Popayan y Buenaventura, por su propia decisión se unieron a Ecuador. El departamento de Cauca fue incorporado primero por decreto, que luego confirmó el Congreso en 1831, lo que motivó una cuestión limítrofe con Nueva Granada, actual Colombia, donde a pesar de algunos triunfos, los ecuatorianos perdieron la ciudad de Pasto. En esa misma ciudad, se celebró un Tratado entre los países contendientes, el 8 de diciembre de 1832, donde se fijaron parcialmente los límites entre ellos, que estarían dados en forma natural, por el río Cachi.
Luego del gobierno de de Rocafuerte, el Congreso lo designó nuevamente Presidente de la República, cargo que desempeñó, eficazmente, desde el 1 de febrero de 1839 hasta el 15 de enero de 1843, con una política pacifista y liberal. Propendió a la educación, fundando escuelas, fomentó las actividades primarias y el desarrollo comercial e industrial. Mandó extender las vías férreas, y los astilleros de Guayaquil fabricaron el primer barco.
En política exterior ayudó a poner fin a un levantamiento interno en Colombia, y seguro de haber logrado suficiente consenso, logró que una Asamblea Constituyente dictara una nueva Constitución, la tercera, conocida como “Carta de Esclavitud”, donde acrecentaba su poder y se aseguraba la continuidad de su mandato, frente a la indignación de un amplio sector social.
Esto se concretó el 1 de abril de 1843, cuando esa misma Asamblea lo nombró nuevamente Presidente. El descontento de la población por la “Carta de Esclavitud” se acrecentó, cuando Flores impuso una contribución forzosa de tres pesos y cuatro reales. Desde varias provincias, entre ellas, Carchi, Chimborazo, Imbabura y Pichincha, se alzaron las fuerzas en contra del gobierno, conocidas como revolución marcista (por haber sucedido en el mes de marzo de 1845) que terminó con la renuncia de Flores, que sufrió el exilio, desde donde intentó frustradamente, realizar un golpe de estado, ayudado por la reina española María Cristina de Borbón para poner al frente del estado ecuatoriano al hijo de esta, Agustín Muñoz y Borbón.
Vivió durante mucho tiempo en Costa Rica, donde mantuvo una gran amistad con su presidente, José María Castro Madriz. Durante su exilio, Flores continuó participando activamente en la política de su país, aunque desde la distancia. Su influencia en la política ecuatoriana se mantuvo durante muchos años después de su muerte, a través de su hijo Antonio, que también fue Presidente de Ecuador entre los años, 1888 y 1892.
Falleció el 1 de octubre de 1864, a causa de un ataque urémico, mientras se hallaba a bordo de una embarcación, en la isla de Puná. Sus restos descansan en la Catedral Metropolitana de Quito. Su legado, aunque a menudo controvertido, ha dejado una huella indeleble en la historia de Ecuador.