Dinastía Qing

Los manchúes fueron quienes pusieron fin al gobierno de la dinastía Ming, estableciendo la dinastía Qing, última dinastía en China. Provenían de una región conocida como Manchuria, al nordeste de la Gran Muralla china. Su lengua era tungú, usando para escribir el alfabeto mongol; y su religión era budista.

Favoreció la acción de los manchúes el apoyo de la población que estaba en contra de los emperadores Ming, acusados de tiranos. Los campesinos estaban cansados de pasar hambre y de las sequías, inundaciones y epidemias que los castigaban y los ricos también tuvieron que soportar los gastos bélicos, con elevados impuestos, en una China asolada por guerras civiles, por los `piratas japoneses y por los mongoles. El ejército manchú pudo tomar el poder en Pekín en el año 1644; el emperador Ming ya se había suicidado. Tardaron mucho en ser aceptados en el sur de China, pero finalmente fueron asimilando sus costumbres.

La etapa del gobierno manchú fue de paz y progreso. La capital del imperio fue Beijing. Entre 1654 y 1722 gobernó el emperador Káng Hsi, que unificó el imperio y logró que los rusos retrocedan en la zona del Amur, y dominó Mongolia. En el año 1800 la población ascendía a trescientos millones de habitantes. Las tierras destinadas al cultivo crecieron, tenían a varios Estados como vasallos, pero la apertura hacia Europa seguía siendo escasa o nula. Sin embargo se hicieron algunas concesiones, como el permiso para el establecimiento en Pekín de una misión jesuita.

Los contactos comerciales se establecían con los Hongs, comerciantes gremiales, ubicados en Canton, único puerto donde se permitía el intercambio comercial extranjero. El pago debía efectuarse en lingotes de oro o plata, pero también se usó el opio ilegalmente como medio de pago, lo que conduciría a la primera guerra del opio con el Reino Unido.

Puyi fue el último de los emperadores de esta dinastía, pues tras la Revolución China de de 1911, acordó su renuncia en 1912, estableciéndose en China una República.