La Guerra Civil de 1891
La Constitución Chilena de 1833, dotaba al Presidente de la República de muy amplias potestades. Sin embargo había tres normas, de cuya interpretación, podía hallarse un límite a esos poderes, haciendo crecer los del Parlamento. Existían leyes denominadas “periódicas”, pues debían ser sometidas a discusión cada año o año y medio, como la ley presupuestaria, la que establecía contribuciones, y la de la vigencia de las fuerzas armadas. La postergación del tratamiento de estas cuestiones era un arma de presión sobre el ejecutivo, que comenzó a usarse a partir de 1870, para limitar las atribuciones del Presidente, aumentando las del Parlamento. Así en 1871, una reforma constitucional, impidió la reelección presidencial inmediata, en 1874 se dispuso la elección directa de los senadores por las provincias y el Poder Ejecutivo recibió un plazo para usar de su poder de restricción sobre las libertades personal y de imprenta, de hasta un año.
El presidente José Manuel Balmaceda, que había asumido en 1886, que años antes había sido parlamentarista y defensor de poner límites a las atribuciones del ejecutivo, se encontró defendiendo desde su nuevo rol, la concentración de poderes en el cargo que detentaba, desarrollando una política educativa amplia y de ambiciosas obras públicas, que demandaban egresos considerables del erario público, que no gozaban de la conformidad parlamentaria. Además, el intento de nacionalizar las oficinas de salitre, encendió aún más los roces, que ya se habían iniciado con ese sector oligárquico, afín al Congreso, que veían reducidos sus ingresos, al incrementarse las exportaciones, y disminuir el precio del producto.
En 1890, Balmaceda intentó poner freno a estos avances de los parlamentaristas sobre su autoridad. Esto enfrentó sangrientamente a las dos facciones rivales (los partidarios de Balmaceda y los del Congreso). Otro sector que mostró rechazo a la política liberal presidencial fue la iglesia, de fuerte tendencia conservadora.
Aún dentro de los mismos liberales había dos sectores, opositores a Balmaceda, el Mocetón y el Doctrinario y a estos se sumaban dos partidos políticos más, el Radical y el Nacional, que integraron el denominado cuadrilátero, en defensa de la libertad electoral, y en contra de la imposición del nuevo Presidente por el ejecutivo. En el caso particular que sucedía en 1889, el candidato del Presidente era el Ministro de Industria y Obras Públicas, Enrique Salvador Sanfuentes, quien debió desistir ante la gran presión en su contra. El Parlamento le negó aprobación a la presentación de sucesivos ministros, lo que le impedía al Presidente conformar un gabinete estable, si no transigía y colocaba a alguien que simpatizara al cuerpo legislativo En general, Balmaceda quería renovar el gabinete, excluyendo a tradicionales miembros oligárquicos que presionaban para no ser excluidos, además de proseguir con la política de no aprobación de las “leyes periódicas” lo que hacía la gestión presidencial inmanejable.
La negativa de los legisladores se fundaba en la provocación que ellos consideraron de parte del presidente, que a principios de 1890, nombró un gabinete totalmente opuesto al Parlamento, cuyo jefe de gabinete era Adolfo Ibáñez Gutiérrez. El Ministro de Guerra, era el general José Velásquez, integrando por primera vez un militar a la vida política. Pero lo que más enardeció los ánimos fue que posteriormente, y contrariando abiertamente la letra constitucional que impedía el reemplazo de ministros, fue nombrado el ex candidato a Presidente, Sanfuentes, en el Ministerio del Interior.
La crisis, que costaría más de 4.000 vidas, estalló cuando a finales del año 1890 se debía aprobar la ley de presupuesto para el año siguiente, y ante la negativa parlamentaria a su ratificación, el Presidente, el primer día del año 1891, luego de fracasar los intentos conciliadores del arzobispo Mariano Casanova, determinó por decreto, la vigencia de la ley presupuestaria del año anterior.
Ante la inconstitucional y desesperada medida, los parlamentarios, contando con el respaldo de la Armada y de un sector del ejército, ya que la mayoría de este último cuerpo apoyaba a Balmaceda, destituyeron al Presidente y lo reemplazaron por una Junta de Gobierno.
El norte quedaba en manos de los revolucionarios, mientras que en el resto del país, Balmaceda instauraba una dictadura y se preparaba para repeler al nuevo gobierno. La prensa ocupó también un rol importante denigrando la imagen presidencial.
Desde la ciudad de Iquique, constituida en centro de sus operaciones, los legisladores prepararon sus fuerzas, que enfrentaron a las presidenciales en Zapiga, el 21 de enero del año 1891. Las fuerzas parlamentarias comandadas por el Cnel. Estanislao del Canto, con poco más de mil hombres fueron vencidas por fuerzas similares a cargo de Eulogio Robles Pinochet, en Huara, ubicada a mitad de camino entre Iquique y Pisagua, el 17 de febrero del mismo año. El 6 de marzo de 1891, se produje otro choque en la batalla de Pozo Almonte, donde Robles Pinochet fue vencido y luego asesinado.Los nueve mil hombres que luchaban a favor del Parlamento, cruzaron el Aconcagua a mediados de agosto, y en la batalla de Concón (21 de agosto) vencieron a los siete mil presidenciales, a cargo de los generales Alcérrega y Orozimbo Barbosa. Siete días más tarde, la batalla de Placilla, determinaría el definitivo triunfo de los hombres de la revolución.
Balmaceda, conciente de su derrota, buscó refugio en la legación de la República Argentina, delegando la presidencia en el General Manuel Baquedano. El 30 de agosto, los parlamentaristas, triunfantes, ocuparon Santiago. Balmaceda, terminó voluntariamente con su vida, el 18 de septiembre de 1891, ante el convencimiento de que si era capturado por sus enemigos sería humillado y fusilado.
Hasta 1925, el sistema conocido como parlamentarismo fue el que tuvo vigencia en Chile.