La Batalla de Rancagua
ANTECEDENTES
El 18 de septiembre de 1810, Chile nombró una Junta de Gobierno, que dio origen a un período de esbozo de vida independiente, que se frustró con la batalla de Rancagua.
Durante ese período los enfrentamientos con los realistas continuaron, llegando el 3 de mayo de 1814 a la suscripción del Tratado de Lircay, donde los patriotas chilenos reconocieron ser parte de la monarquía española y juraron fidelidad a Fernando VII.
Mientras tanto, los españoles reconocieron el gobierno chileno, del Primer Director Supremo, Francisco de la Lastra, de carácter provisional. Los patriotas lo que necesitaban era ganar tiempo para reorganizarse, pues de otro modo este acuerdo hubiera significado prescindir del deseo de emancipación y atarse definitivamente a los lazos español.
PREPARATIVOS
El virrey del Perú, José Fernando Abascal desconoció el acuerdo y envió nuevas tropas a Chile, a cuyo frente colocó al general Mariano Osorio, para reincorporar el territorio al dominio español, sin concesiones, frente a un ejército patriótico, de menos de dos mil hombres, que de acuerdo a lo suscripto en Lircay, se hallaba disperso, y que no podría según los planes de Osorio, responder satisfactoriamente ante un ataque sorpresivo, de un ejército organizado con una infantería poderosa, formada por algo más de 4.300 hombres, 500 soldados en la caballería y 18 cañones, a cargo de 120 artilleros.
Además de un ejército no organizado, el chileno se hallaba fraccionado, tras la revolución del 23 de julio de 1814, por la cual José Miguel Carrera, estableció una Junta gubernamental, bajo su presidencia, derrocando a Lastra, lo que lo enfrentó a Bernardo O¨Higgins, que bregaba por un gobierno civil. Sin embargo, ante el avance realista, O´Higgins aceptó luchar, como general en jefe, bajo las órdenes de Carrera.
Los patriotas estaban acuciados por el tiempo, ya que para defender Santiago debían reorganizarse, y para ello, demorar a los realistas.
Juan José, Miguel y Luis Carrera, sostenían que el modo de detener al enemigo era apostarse en Angostura de Paine, lugar donde la defensa era más factible, pero tenía como inconveniente que al quedar cerca de Santiago permitía a las fuerzas reales acercarse demasiado a su objetivo. Por ese motivo, O´Higgins, sostuvo la necesidad, aún a costa de ser un lugar más vulnerable, ya que el río Capchapoal era fácilmente franqueable, ubicarse al sur de Rancagua, para obstaculizar el acceso desde un lugar más lejano. Allí se instaló O´Higgins, el 24 de septiembre, con novecientos efectivos, apoyado por mil quinientos hombres más, al mando de Luis Carrera, ubicado entre Rancagua y Angostura. Desde allí se replegarían hacia Angostura de Paine.
O´Higgins rodeó la plaza de Rancagua, con barricadas para defender los almacenes miliares y los hospitales, fortificando las cuatro calles adyacentes con soldados y cañones. En los tejados del resto de las manzanas, apostó hombres armados con fusiles. También organizó un hospital y un cuartel general.
Osorio se instaló al sur de ese lugar, pero a distancia próxima. El río Cachapoal era el que necesitaban vadear para llegar al sector criollo, lo que era sumamente fácil por el escaso caudal de agua que contenía. El 30 de septiembre ordenó cruzar ese río, en cuatro divisiones, desobedeciendo la orden del Virrey Abascal, que le había solicitado regresar al Perú pues los revolucionarios argentinos, triunfantes en el Alto Perú, necesitaban ser detenidos con el grueso de las tropas reales.
LA BATALLA
El encuentro de Rancagua, sucedió en la localidad de ese nombre, ciudad de aproximadamente 2.500 habitantes, que habitaban 64 manzanas de viviendas, dispuestas alrededor de una plaza central, en los dos primeros días de octubre del año 1814, cuando el adiestrado ejército de Osorio, atacó las fortificaciones criollas.
El batallón español Los Talaveras, uno de los más organizados, fue el que más destrozos provocó en la trinchera sur, de San Francisco, que estaba bajo la custodia de los capitanes Millán y Astorga. El resto de las fuerzas españolas estaban agrupadas en las compañías del Real de Lima, el Chiloé, el de Castro y el Concepción. Al principio los criollos lograron defenderse haciendo retroceder a los españoles, quienes contraatacaron con bombardeos constantes, guarecidos en trincheras que improvisaron con bolsas de arena, y estacas puntiagudas. Su plan de ataque se completó cortando la acequia para impedirles a los refugiados en Rancagua, la provisión de agua, que no sólo les servía para calmar la sed, sino además para enfriar los cañones, que por ese motivo no pudieron ser utilizados.
Al día siguiente, 2 de octubre, a pesar de estar las tropas patrióticas muy desgastadas, Osorio decidió retirarse ante la inminente llegada de Luis Carrera y sus refuerzos. Pero aparentemente, hubo un malentendido y Carrera esperaba a O´Higgins en Angostura, donde supuso que se replegaría, y por eso no atacó. Eso motivó que los realistas retomaran el ataque que se hizo ya imposible de repeler.
Si bien los capitanes Ibáñez y Molina, lograron detener el avance de refuerzos realistas, éstos tenían mucho más fortaleza en hombres y en armas, que el valeroso grupo de O´Higgins que peleaba sin ningún tipo de refuerzos. El heroico abanderado, José Ignacio Ibieta, perdió la vida sosteniendo la bandera chilena, que no se resignaba a abandonar.
Eran aproximadamente las 16 horas, cuando O¨Higgins logró abrirse paso entre el fuego enemigo para huir hacia Santiago, con casi doscientos hombres, dejando en poder del enemigo numerosos heridos, que debieron sufrir la venganza de Osorio, que estableció para juzgarlos un tribunal militar. Además saqueó e incendió la ciudad, luego de una resistencia que alcanzó a durar 33 penosas horas, pero que terminó en una masacre humana y en la conclusión, al menos temporaria, de un sueño de libertad. El desastre de Rancagua, fue, sin embargo, un ejemplo de tenacidad y de lucha en pos del ideal independentista.
La Reconquista española del territorio chileno fue un hecho. La organización de nuevos ataques contra el absolutismo español, comenzó a planearse desde Argentina. Seria el ejército de los Andes, en 1817, el que lograría la independencia de Chile.