Bernardo O’Higgins
Nació en la ciudad de Chillán, capital de la provincia de Ñuble (Chile), el 20 de agosto de 1778. Era hijo de doña Isabel Riquelme, que contaba con 20 años, perteneciente a una familia de la nobleza chilena de Chillán y de Ambrosio O»Higgins, de origen irlandés, 39 años mayor que Isabel, con la que nunca contrajo matrimonio, pero reconoció a su hijo, durante su niñez.
Tras una prestigiosa carrera al servicio de la corona española, Ambrosio O»Higgins, llegó a desempeñar los cargos más altos en las colonias españolas en América. Fue Intendente de la ciudad de Concepción (1786) y tras ser gobernador de Chile (1788-1796) ocupó el cargo de Virrey del Perú (1796-1800).
Su padre puso a Bernardo, bajo la protección y cuidado de un comerciante portugués, Juan Albano Pereira, y de su esposa, doña Bartolina de la Cruz. Estudió en el internado para nobles de su ciudad natal, en el Colegio de Naturales, complementando su formación en Lima, a partir de los 12 años, en el “Colegio del Príncipe”, y posteriormente en el Convictorio de San Carlos, bajo la protección del comerciante Ignacio Blake. Luego viajó a Europa, primero a Cádiz, donde contó con la ayuda del conde de Maule, amigo de su padre, que se transformó en su tutor, y en quien se ocupó de sus necesidades, sobre todo al enfermarse de fiebre amarilla. Después se dirigió a Londres, donde permaneció entre 1795 y 1798. Será en este último lugar donde conocerá a quien marcaría su destino en pos de la causa independentista americana: Francisco de Miranda, militar venezolano con una gran trayectoria liberal, demostrada en su participación en la Revolución Francesa y en la Norteamericana, cuyo ideal era liberar la América española. También será el lugar donde Carlota Eels, hija de un posadero, marcaría para siempre su corazón con el sello del gran amor. Esta mujer falleció prematuramente en el año 1803 (ya la relación con O»Higgins había terminado).
Retornó a Cádiz en 1799, y desde allí partió hacia Buenos Aires. La idea era finalmente llegar a Chile donde lo aguardaba su padre enfermo, que se hallaba decepcionado por el accionar de su hijo contra las autoridades españolas, del cual él era su máximo representante en América. La nave en que viajaba fue obligada a retornar a Cádiz por un buque de guerra británico y su padre falleció sin poder verlo por última vez.
En 1802 pudo regresar a Chile, y cobrar la cuantiosa herencia de su padre, que incluía fundamentalmente la hacienda “Las Canteras” próxima a la localidad de Los Ángeles.
Sus ideas liberales lo llevaron a integrar en chile, una asociación con esos fines llamada “Duendes Patrióticos”. Durante la independencia chilena, fue diputado por los Ángeles ante la Junta de Gobierno, y en Santiago formó parte del Tribunal Superior de Gobierno.
Tras ser depuesto Carreras del mando de las tropas, por las derrotas de Talcahuano y el abandono del sitio de Chillán, la Junta de Gobierno trasladada de Santiago a Talco, nombró a O»Higgins para esa función, que comenzó a desempeñar el 28 de enero de 1814. La campaña a su cargo tampoco tendrá suerte, ya que los realistas reorganizados al mando de Gabino Gaínza lograron apoderarse de Concepción y de Talca. Tras nuevas derrotas firmó el indecoroso Tratado de Lircay, por el cual reconocía la situación colonial de Chile.
Carrera dio un golpe de estado y retomó el mando del ejército, enfrentándose con O»Higgins. En la Batalla de las Tres Acequias” ocurrida el 26 de agosto de 1814, Carrera logra imponerse. Pero la amenaza realista continuaba y Osorio se acercaba a Chile, lo que motivó que ambos enemigos internos se unieran para enfrentar conjuntamente el peligro exterior. O»Higgins aceptó el mando de Carrera, para enfrentar la batalla de Rancagua. Si bien había diferencia entre Carrera y O»Higgins en el modo de detener el avance español, finalmente se aceptó la idea de O»Higgins de esperarlos en Rancagua, mientras las fuerzas de Carrera apoyarían desde Angostura de Paine, lo que nunca se concretó, y que culminó en un desastre para el ejército patriota (1 de octubre de 1814) donde O»Higgins logró escapar entre el fuego enemigo, con los hombres que quedaban, llegando a Santiago, donde tuvo la última entrevista con Carrera.
Pocos días más tarde se dirigió hacia Argentina, acompañado de su madre y de su hermana, arribando a Mendoza, donde pudo reunirse acompañado por su compañero de exilio, el general Juan MacKenna, con José de San Martín que estaba preparando el Ejército de los Andes. San martín y O´Higgins se habían conocido en Europa, donde ambos participaban en las logias mazónicas. Sin embargo ambos patriotas se diferenciaban en cuanto a la posibilidad de instalar una monarquía en América, posición defendida por San Martín, pero no compartida por O»Higgins, que se declaró siempre antimonárquico.
El gobierno porteño aceptó que O»Higgins integrara con el grado de Brigadier el ejército sanmartiniano y junto a este valeroso grupo emprendió el Cruce de los Andes el 21 de enero de 1817, con una destacada participación en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) a pesar e haberse anticipado en el ataque, sin esperar a Soler, que finalmente fue de gran apoyo para alzarse con el triunfo. Esta victoria le valió ser designado Director Supremo del flamante estado chileno, cargo que no quiso aceptar San Martín.
En Talca, el 2 de febrero de 1818, aprobó el Acta de la Independencia de Chile, que fuera redactada a comienzos de ese año. El 12 de febrero de 1818, aniversario de la batalla de Chacabuco, se realizó la jura de la independencia, en la Plaza de Armas de Santiago.
Tuvo un hijo natural, Pedro Demetrio, repitiendo su propia historia, con una dama de la sociedad criolla, Rosario Puga, que compartía los ideales independendistas y era amiga de los hermanos Carrera. O´Higgins realizó un gobierno represor con sus opositores, entre los que se hallaban los hermanos Carrera, quienes sufrieron la prisión acusados de conspiración, y luego fueron ejecutados. Este hecho habría sido el detonante para que la relación entre el Director Supremo y su amante concluyese en 1820.
El 19 de marzo de 1818, el ejército chileno fue derrotado por los realistas en Cancha Rayada y O»Higgins herido en la batalla. Creyendo que había fallecido fue reemplazado en el mando de Chile, por Manuel Rodríguez, situación que no duró mucho tiempo ya que O»Higgins aún convaleciente se dirigió a restablecerse en su mando. San Martín luego de la derrota de Cancha Rayada, reorganizó el ejército y venció al enemigo en el combate de Maipú. Ya estaba acabando la lucha, cuando O»Higgins, se presentó en el campo de batalla. Esto le valió que a su término se sellara el triunfo con un célebre abrazo, donde O»Higgins reconoció a San Martín como al salvador de Chile, y le adjudicó la gloria. San martín le respondió que Chile siempre conservará en su memoria al “ilustre inválido” que aún herido se presentó en el combate.
Desde su gobierno, suprimió los mayorazgos, los títulos nobiliarios y los escudos de armas. Cambió la moneda, imponiendo la que contaba con el sello del gobierno patrio, en sustitución a la que poseía el rostro de Fernado VII. Se formó una filial de la Logia Lautaro, donde se congregaron los partidarios de O»Higgins. Creó el Ministerio de Hacienda para solucionar los problemas económicos y la “Legión del Mérito de Chile”, basándose en la “Legión de Honor Francesa” para premiar los servicios personales a la Nación.
Desde Chile, O»Higgins preparó la Primera Escuadra Nacional, que realizaría la expedición libertadora hacia el Alto Perú.
Durante su gestión gubernamental se sancionaron en Chile dos constituciones, la de 1818 y la 1822, que establecía un término a su mandato, lo que no constaba en la primera.
Creó escuelas de primera enseñanza, la Escuela Militar y la antecesora de la Escuela Naval (Academia de Gurdiamarinas) reabrió la Biblioteca Nacional, creó la Junta Médica Nacional, fundó ciudades, mejoró las infraestructuras urbanas, inauguró el Mercado Central, y estableció en Santiago, un Cementerio General. A pesar de sus ideas contrarias a las monarquías, mantuvo relaciones comerciales con las realezas europeas. La situación económica no era promisoria, y debió contratar un préstamo en 1822 con Inglaterra.
El descontento creciente hacia su gobierno, sobre todo luego de la sanción de la Constitución de 1822, hizo surgir una rebelión provincial, que provocó su renuncia el 28 de enero de 1823, motivada en su deseo de evitar las luchas intestinas.
Al tomar juramento a la Junta de tres integrantes designada para sucederle, pronunció un emotivo, valiente y responsable discurso donde abriendo su pecho lo ponía a disposición de todas las acusaciones que quisieran hacerle sus detractores. Se le respondió con una aclamación que vitoreó su nombre.
A partir de julio de 1823, residió en Perú, junto a su madre, su hermana y su hijo. El gobierno peruano le obsequió dos haciendas ubicadas en el actual departamento de Lima. Bolívar lo reconoció como General de la Gran Colombia y en 1839, se le restituyó su cargo de Capitán General del ejército chileno.
El 6 de octubre de 1842, se le brindó el derecho a volver a su patria, restituyéndole sus sueldos, durante la presidencia de Manuel Bulnes, que luego de vencer a la Confederación peruana-boliviana en 1839, y asumir la presidencia en 1841, intentó una política conciliatoria. Su regreso se frustró por motivos de enfermedad. El día 24 de ese mes y año, con 64 años, Bernardo O»Higgins, falleció en Lima por un problema coronario. Sus restos fueron repatriados 1869.