Portugal en América
La expansión ultramarina, iniciada en el siglo XV por España y Portugal, países europeos privilegiados por su salida al mar, originó disputas sobre la propiedad de los territorios conquistados resueltas por el Tratado de Tordesillas del año 1494.
El comercio de Portugal en las Indias Orientales sufrió una gran merma al acrecentarse la actividad mercantil de los árabes en la zona, y además la amenaza francesa de tomar sus territorios, decidió a Portugal a llevar a cabo la colonización de los territorios americanos que le habían correspondido en el reparto.
La colonización portuguesa del territorio brasileño tuvo carácter primordialmente privado, ya que en 1533, el rey Juan III, dividió la zona que les correspondía en América en quince capitanías, las que les fueron adjudicadas a miembros de la nobleza portuguesa (hidalgos) de forma hereditaria, a cambio de realizar su explotación económica, realizar la tarea evangelizadora y reclutar colonos, a cambio de un porcentaje para la corona. Solo dos de esas capitanías (las de Pernambuco y San Vicente) prosperaron, pues muchos donatarios, de un total de doce, ni siguieron se trasladaron a Brasil.
La intervención estatal se produjo en el año 1549, cuando la corona portuguesa nombró un representante del rey para gobernar su colonia en América con el título de “Capitán mayor”, unificando el mandato, siendo el primero Tomé de Sousa, cuya residencia se fijó en Bahía que era la capital de los dominios portugueses en América.. Esto solo mermó el poder político de estos gobernadores, pero no el económico.
Los capitanes mayores, organizaron las bandeiras que suponían la búsqueda de oro y diamantes, los que hallaron en “Minas Gerais”, y la “caza” de aborígenes cuyo objetivo fue someterlos a condiciones de esclavitud. Sin embargo el poco número de habitantes autóctonos obligó desde el año 1530 a importar esclavos africanos.
Casi no existió el mestizaje ya que había hombres libres, portugueses y sus hijos (entre los cuales no existió la rivalidad que se planteó en la América hispana entre españoles y criollos, pues Brasil era el centro del imperio portugués) y esclavos.
En cuanto a su economía, al principio se dedicaron a explotar el palo Brasil, que les permitía extraer de su corteza una tintura destinada a teñir telas, proceso que se hacía en Europa adonde se enviaban los troncos. En las regiones de desmonte, que hicieron que en veinte años ya no existiera esta especie, cultivaron caña de azúcar. Las explotaciones se realizaban en latifundios donde se practicaba monocultivo y recibían el nombre de plantaciones, y en propiedades más chicas pero con menor tecnología.
Portugal fue el primer productor de azúcar a nivel mundial en la primera mitad del siglo XVII. La producción de azúcar terminó en el siglo XVIII y los esclavos fueron destinados a la actividad minera para la extracción de otro y diamantes, provocando un gran tráfico de esclavos, pues la muerte de muchos en el peligroso trabajo de las minas obligaba a reponerlos. Cuando la actividad minera decayó, algunos volvieron al cultivo del azúcar, y otros prefirieron el café, que se cultivó especialmente en San Pablo.