Segunda Campaña al Alto Perú
Luego de la batalla de Huaqui, el Ejército del Norte, que estaba a cargo de Juan Martín de Pueyrredón, pasó a ser conducido, tras el reconocimiento del mismo Pueyrredón sobre sus ineptitudes para mandar las fuerzas, por el general Manuel Belgrano, el que ya había enarbolado el pabellón celeste y blanco en Rosario, cuando inauguró las baterías “Libertad” e “Independencia”. Belgrano asumió el liderazgo de las fuerzas a partir del 26 de marzo del año 1812.
El 23 de agosto de 1812 el general Belgrano ordenó partir a la población desde Jujuy hacia el sur, llevando las pertenencias que pudieran y quemando todo lo que allí quedaba, para que los realistas, que estaban al mando del Brigadier José Manuel de Goyeneche, secundado por su primo, Pío Tristán, que había quedado al frente de la vanguardia, no pudieran aprovecharlo.
Belgrano había recibido la orden gubernamental de no enfrentarse al enemigo, sino simplemente defenderse sin batallar. Sin embargo, desobedeciendo las órdenes del Primer Triunvirato, luchó en la Batalla de Tucumán, con un resultado triunfal, el 24 de septiembre de 1812.
Los españoles se dirigieron hacia Salta, y el Ejército del Norte lo siguió, trabándose en lucha en la Batalla de Salta el 20 de febrero de 1813, con la consiguiente victoria patriótica. Para sellar la paz se firmó una capitulación por la cual el enemigo depondría las armas para siempre. Sin embargo, internados los criollos en el Alto Perú, para abrir un camino que los llevara a Lima, y promover la insurrección en Perú, si bien Tristán cumplió su promesa de no armarse contra los patriotas, el español Joaquín de la Pezuela y sus hombres los atacaron, primero en Vilcapugio, el 1 de octubre de 1813 y luego en Ayohúma, el 14 de noviembre del mismo año, con sendas derrotas patrióticas.
Belgrano ordenadamente se retiró a Jujuy, asumiendo el mando de las tropas el general San Martín, quedando Belgrano como su subordinado.