Miguel de Azcuénaga
Nació en Buenos Aires el 4 de junio de 1754, siendo hijo del vizcaíno Vicente de Azcuénaga y de Rosa de Basavilvaso. Estudió en España (Sevilla y Málaga) retornando al país en el año 1773, y comenzando la carrera militar. Luchó en la Banda Oriental contra los portugueses, fue Regidor del Cabildo en 1777, luego Alférez Real, Alcalde de Segundo Voto, Síndico y Procurador General.
En 1779, contrajo enlace con su prima hermana, Justa Rufina de Basavilbaso y Garfias, con quien tuvo cuatro hijos. Durante su matrimonio, Azcuénaga demostró ser un hombre de familia dedicado, equilibrando su vida personal con su creciente carrera militar y política.
En su ascendente carrera militar, obtuvo en el año 1802, el grado de Coronel. Tuvo activa participación en las Invasiones Inglesas, donde demostró su valentía y habilidades estratégicas. Su liderazgo durante estos conflictos le valió el respeto y la admiración de sus contemporáneos.
Las ideas emancipadoras lo impulsaron a participar en la lucha revolucionaria contra el poder español, siendo su casa sede de muchas reuniones secretas conspirativas. Su compromiso con la causa de la independencia fue tal que arriesgó su seguridad personal albergando estas reuniones.
Tenía 55 años el día en que asumió su cargo de Vocal de la Primera Junta, era el miembro de mayor edad del organismo. Simpatizante de Moreno, debió exiliarse en San Juan y Mendoza, pero retornó al año siguiente, ocupando funciones gubernamentales, entre ellas la de Gobernador Intendente de la Provincia de Buenos Aires, cargo para el que fue designado por el Cabildo porteño, el 13 de enero de 1812.
Durante su mandato como Gobernador Intendente, Azcuénaga implementó una serie de reformas destinadas a mejorar la vida de los ciudadanos de Buenos Aires. Su liderazgo durante este tiempo fue crucial para el desarrollo de la ciudad y la provincia.
Fue uno de los firmantes del Acta de Independencia en 1816. En 1818, fue nombrado Jefe de Estado Mayor. Fue uno de los responsables de la redacción de la Constitución de 1819, que organizaba el país bajo el régimen unitario, y que por ese motivo fracasó.
Intervino, en 1828, junto al Almirante Guillermo Brown y el General Guido, en las negociaciones de paz con Brasil, por la cual la Banda Oriental nacía como estado soberano, perdiendo Argentina sus derechos sobre ella. En 1829 sufrió el exilio por orden del general Lavalle.
Falleció el 19 de diciembre de 1833, mientras se desempeñaba como legislador, en la quinta de su propiedad, ubicada donde actualmente se halla la quinta presidencial de Olivos, que heredada por Carlos Villate Olaguer, último descendiente de los Azcuénaga, soltero y sin descendencia, la donó a partir de su muerte, en 1918, con la finalidad de que se convirtiera en la residencia de los mandatarios argentinos.
Miguel de Azcuénaga es recordado como un patriota y líder dedicado, cuyo legado perdura en la historia de Argentina. Su compromiso con la causa de la independencia y su contribución al desarrollo de Buenos Aires son testimonio de su dedicación al servicio público.