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La cuestión capital

Publicado por Hilda

La cuestión capital fue un problema que tuvo Argentina aún antes de organizarse como Estado independiente, desde 1810, y si bien la Constitución de 1853 estableció que sería la ciudad de Buenos Aires, la capital nacional, en ese momento la provincia a la que pertenecía (Buenos Aires) se hallaba separada del resto de la Confederación.

La demarcación del territorio que comprendería la capital fue aclarado por ley: era la zona ubicada entre el Río de La Plata y la isla de Martín García, incluyendo sus canales; luego se extendía entre el río de las Conchas y Puente Márquez, trazando allí una imaginaria línea con dirección sureste, que incluía a la Ensenada de Barragán. Esta ley fue rechazada, designándose como capital a Paraná y federalizándose la provincia de Entre Ríos el 12 de diciembre de 1853. Es por ello que el Presidente Urquiza sentó la sede de su gobierno en la ciudad de Paraná (Entre Ríos).

La federalización de la provincia de Entre Ríos fue legalmente derogada en 1858, siguiendo Paraná como capital.

Buenos Aires se unió a la Confederación en 1860, pero aún así los porteños no tenían intención de entregar la ciudad de Buenos Aires para convertirla en capital y por lo tanto residencia de las máximas autoridades del país, porque, al federalizarse perdería autonomía y debería compartir su asentamiento con las autoridades provinciales.

Los porteños al permitirse que con su incorporación al resto del país propusieran reformas al texto constitucional elaborado sin su participación, lograron reformar el artículo 3, que pasó a expresar que la residencia de las autoridades federales sería la ciudad que una ley determine como capital. El proyecto del diputado Leiva en 1861 de convertir a Paraná en capital definitiva, no prosperó.

Las opiniones a este respecto estaban divididas cuando Mitre asumió el poder tras la batalla de Pavón. Mitre, aunque era representante del liberalismo porteño, encabezó una postura llamada nacionalista que estaba a favor de ceder la ciudad de Buenos Aires para que fuera capital. Las razones reales eran que no quería gobernar desde Paraná que estaba bajo la influencia de su enemigo, Urquiza. Sus seguidores se denominaron nacionalistas, chupandinos o cocidos; mientras otro sector, cuyo líder era Adolfo Alsina, al frente de sus autonomistas, se oponían a ello. Sus integrantes se denominaron autonomistas, pandilleros o crudos.

El acuerdo se logró al aprobarse la “Ley de Compromiso” en el mes de octubre de 1862, por la cual Buenos Aires albergaría a las autoridades nacionales pero solo como huéspedes por cinco años. Eso daba un lapso de tiempo para buscar otro lugar de emplazamiento, tarea que fue muy complicada. Se propusieron diversas ciudades que fueron vetadas presidencialmente como Bell Ville en Córdoba, o Rosario en Santa Fe, ésta última a propuesta del diputado Quintana. Es por ello que vencido el término de cinco años las autoridades federales no cambiaron su sede, aunque hubieran perdido la calidad de huéspedes.

La cuestión no tuvo demasiados contratiempos hasta que asumió la presidencia Nicolás Avellaneda. Su oponente, Mitre se levantó contra él al no aceptar que fuera derrotado en las elecciones, por los federales. A pesar de todo, sería durante este gobierno, el de Avellaneda, en que se resolvería la cuestión, ya que este presidente presentó un proyecto legislativo el 24 de agosto de 1880 por el cual se convertía definitivamente a la ciudad de Buenos Aires en capital nacional. La ley se aprobó el 21 de septiembre de ese año, en que nuevamente se desató un conflicto al plantearse la sucesión a la presidencia de Avellaneda.

Apoyado por las autoridades nacionales el triunfo fue para Julio A. Roca, pero su oponente, Carlos Tejedor, unitario y gobernador de Buenos Aires, se alzó en armas. Aunque fue vencido, para acallar los ánimos y nuevas revueltas, Avellaneda por decreto designó al barrio actual de Belgrano como nuevo lugar de residencia aunque transitorio. El nuevo presidente, Julio Roca promulgó el 6 de diciembre de 1880, la ley aprobada durante la presidencia de su antecesor, y Buenos Aires se convirtió en capital.

Para evitar la coexistencia en un mismo lugar de las autoridades nacionales y provinciales, el nuevo gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha fundó el 19 de noviembre de 1882 la ciudad de La Plata, destinada a ser capital de la provincia de Buenos Aires y lugar de asentamiento de las autoridades provinciales.

La creación de La Plata no solo resolvió el problema de la coexistencia de autoridades, sino que también representó un avance en la planificación urbana y el desarrollo arquitectónico. La ciudad fue diseñada por el ingeniero Pedro Benoit, quien implementó un trazado en forma de cuadrícula con diagonales, plazas y parques, siguiendo los principios de la modernidad y el progreso. La fundación de La Plata marcó un hito en la historia argentina, siendo una de las primeras ciudades planificadas de América Latina.

Además, la federalización de Buenos Aires trajo consigo una serie de desafíos administrativos y logísticos. Se tuvo que establecer un nuevo sistema de gestión para coordinar las funciones del gobierno nacional con las de la ciudad. Esto incluyó la creación de nuevas instituciones y la reorganización de las existentes para asegurar una transición fluida y eficiente. La construcción de edificios gubernamentales, como la Casa Rosada y el Congreso Nacional, también formó parte de este proceso de consolidación de Buenos Aires como capital.

La cuestión capital no solo influyó en la política y la administración, sino que también tuvo un impacto significativo en la cultura y la sociedad de Buenos Aires. La ciudad se convirtió en un centro de atracción para inmigrantes, intelectuales y artistas, lo que contribuyó a su desarrollo como una metrópoli cosmopolita y vibrante. La federalización permitió que Buenos Aires se consolidara como el corazón político, económico y cultural de Argentina, un rol que sigue desempeñando hasta el día de hoy.

En la actualidad, la ciudad de Buenos Aires sigue siendo un símbolo de la identidad nacional y un reflejo de la historia argentina. Su evolución desde una ciudad provincial hasta convertirse en la capital del país es un testimonio de los desafíos y logros que han marcado el camino de Argentina hacia la modernidad y el progreso.