Guerra de las Malvinas
El territorio de las islas Malvinas, situado en el extremo sur-este de la República Argentina, fue descubierto en el año 1520 por una de las naves de la expedición de Magallanes, que tenía como misión encontrar un pasaje interoceánico que comunicara el Océano Atlántico con el Pacífico, siendo de propiedad española, según la delimitación realizada por las bulas papales.
En 1690, un capitán inglés, John Strong, desembarcó en las islas, rebautizó al estrecho de San Carlos, que separa las Malvinas, con el nombre de estrecho de Falkland en recuerdo de sir Lucius Cary, segundo vizconde de Falkland. En 1740 ingleses y españoles se enfrentaron sin resultados claros por la soberanía de ese lugar.
En 1764 los franceses, procedentes del puerto francés de Saint Maló, llamaron a las islas en homenaje a su lugar de procedencia, islas Malouines, pasando a ocuparlas, en nombre del rey de Francia, a pesar de ser un emprendimiento privado organizado por Louis Antoine de Bougainville, fundando el puerto de San Luis.
Ante los reclamos españoles, estos recuperaron las islas, tras indemnizar al colonizador francés, a las que denominaron Malvinas, pero en 1765, arribaron allí los ingleses y se adueñaron de esas posesiones, a las que nombraron islas Falkland.
Esta ocupación inglesa en las islas cesó en 1770, recuperándolas España, siendo reconocidas por Gran Bretaña en 1825, como parte integrante del nuevo estado argentino.
El Puerto Soledad, fue entregado en concesión, en 1828, a Luis Vernet, por el gobierno porteño con el fin de colonizarlo. Hacia allí partieron cien gauchos e indios para criar ganado.
Cuando en 1829, Vernet ocupó el cargo de gobernador de Malvinas, los ingleses se arrogaron su derecho de soberanía sobre las islas, con el argumento de ser sus descubridores, tomándolas por la fuerza en 1833, previamente a destruir en 1831, el asentamiento argentino de Puerto Soledad.
La República Argentina ha reivindicado constantemente su derecho sobre las islas. El 11 de abril de 1968, declaró su soberanía sobre el territorio austral, negociando con Gran Bretaña su descolonización.
El 16 de diciembre de 1969, la ONU, felicitó a ambos estados por la marcha de las conversaciones, que sin embargo no prosperaron.
Durante la dictadura militar argentina que había comenzado en el año 1976, se decidió iniciar la guerra de las Malvinas, donde se entremezclaron legítimos derechos de reivindicación, con aspiraciones políticas de un gobierno, cuyo prestigio estaba notoriamente deteriorado, y necesitaba de alguna manera, contar con el apoyo popular.
Las tensiones en las relaciones argentino-británicas habían crecido debido a ciertos incidentes, como el de una operación naval secreta llevada a cabo por la Argentina, en una isla de las Sanwich del Sur, llamada Thule, con fines científicos, en 1976, que según los ingleses encubría otro propósito.
El Presidente Leopoldo Fortunato Galtieri y los marinos Jorge Isaac Anaya y Emilio Massera, comenzaron a plantear una estrategia bélica, considerando que Estados Unidos permanecería neutral.
Previamente, Galtieri intentó negociar con los ingleses pero estos desestimaron el pedido.
El 28 de marzo de 1982, partió la flota hacia Malvinas, integrada por el buque Cabo San Antonio, el portaaviones 25 de Mayo, los destructores Santísima Trinidad y Hércules, las corbetas Grandville y Drumond, el submarino Santa fe y el rompehielos Irízar,
recuperando las islas el 2 de abril de 1982, tras la rendición sin ninguna resistencia, de su gobernador Rex Hunt, creándose una gobernación militar argentina.
Puerto Stanley, su capital, fue denominada Puerto Argentino. El canciller argentino Nicanor Costa Méndez inició las negociaciones por vía diplomática.
El Consejo de Seguridad de las naciones Unidas, dictó la resolución 502, el 3 de abril, donde de 15 votos se contaron 10 a favor de su aprobación (Estados Unidos, Francia, Guayana, Irlanda, Japón, Jordania, Togo, Uganda, Zaire y Gran Bretaña), 4 abstenciones (Unión Soviética, China, Polonia y España) votando sólo Panamá en contra de su aplicación, que favorecía al gobierno inglés. Por dicha resolución se ordenaba el retiro de las fuerzas argentinas, y buscar para el conflicto, una solución diplomática.
El enviado norteamericano Haig, intentó una mediación, proponiendo una administración tripartita integrada por los dos países en conflicto y Estados Unidos que actuaría como garante, iniciándose una negociación directa, con consulta a los isleños. Esta propuesta fracasó, lo mismo que la del presidente del Perú, Belaúnde Ferry, que mostró una posición de apoyo a la causa argentina.
El día 10 de abril, la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, reunía a una multitud enfervorizada que clamaba por la recuperación de las islas.
El día 15 de abril, se creó el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas, donde se alentó mediante campañas publicitarias el aporte en dinero y especies para la causa patriótica, que reunió muchísimos fondos, de los que no se supo su destino final.
El día 19 de abril, el Canciller Costa Méndez, solicitó la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca por el cual habían comprometido su solidaridad los países americanos ante la amenaza a un estado miembro, por parte de otro perteneciente a otro continente.
Desde Gran Bretaña, bajo la férrea y conservadora administración de la Ministro Margaret Thatcher, zarpó una flota que logró la rendición inmediata de las tropas a cargo del teniente Alfredo Astiz, recuperando las Georgias, luego de atacar Puerto Leith y Grytviken.
El 1 de mayo los británicos atacaron por primera vez desde el aire, cuatro veces en Puerto Argentino, y con helicópteros en Puerto Darwin. Las tropas argentinas impidieron el desembarco.
El hundimiento del buque General Belgrano, el 2 de mayo, fuera de la zona de exclusión declarada por el Reino Unido, fue el comienzo del desastre argentino. Trescientos veinte tres personas se contaron entre muertos y desaparecidos.
Los argentinos no contaban con fuerzas organizadas. Los soldados, mal alimentados y peor armados, con ropas inadecuadas para el crudo frío del sur y con sólo 18 años de edad en su mayoría, ya que se había reducido a esa edad el cumplimiento del servicio militar. Se acumularon tropas en el archipiélago sin ninguna estrategia. Los británicos eran superiores en armamentos, entrenamiento y recursos militares de todo tipo.
El 4 de mayo de 1982, nuevamente se sufrieron ataques aéreos ingleses en los puertos Argentino y Darwin. El destructor inglés Sheffield, fue hundido por la Aviación Naval argentina, equipada con misiles Exocet.
El 9 de mayo fue hundido el pesquero argentino Narwal y el 12 del mismo mes, desde Southampton partió el trasatlántico Queen Elizabeth con 3.800 soldados.
Mientras las propuestas de paz fracasaban, Argentina lograba algunos triunfos, como el hundimiento de la fragata Ardent y la destrucción de tres aviones Harrier y dos helicópteros.
El 8 de junio un intento de desembarco en Fitz Roy y Bahía Agradable fue impedido por la Fuerza Aérea argentina. La fragata Plymouth y los transportes de tropas Sir Galahad y Sir Tristan fueron hundidos.
El 12 de junio, un día después de que el Papa arribara a la Argentina bregando por la paz, luego de haber estado en Londres, hubo en las islas intensos combates que permitieron a los ingleses, al mando de Jeremy Moore, avanzar sobre Puerto Argentino.
A las nueve de la mañana, del 14 de junio de 1982, los ingleses solicitaron la rendición argentina. El Presidente Galtieri se negaba a aceptar la derrota pero el general Menéndez aceptó la rendición.
La guerra dejó como saldo 649 soldados argentinos muertos, 255 ingleses y 3 isleños. La argentina perdió la posesión de las islas, y la Junta Militar, vio aniquilado el poco poder que le quedaba, sellando el camino de la restauración democrática que se concretó en 1983.