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El golpe de estado de 1943

Publicado por Pedro

Farrel y  PerónEl Golpe de Estado del 4 de junio de 1943 es el punto de partida del proceso histórico que se conoce como la Revolución del 43 o Revolución Nacional y que posibilitará la llegada al poder tres años más tarde de Juan Domingo Perón.

Para comprender los orígenes del pronunciamiento militar de 1943 hay que retroceder hasta la década de los años 30 del siglo pasado.

En 1930 un golpe de estado encabezado por José Félix Uriburu derrocó al gobierno de Hipólito Irigoyen y situó a la oligarquía en la cúspide del poder político y económico de la sociedad. Se inaugura un período de la historia argentina conocida como la “Década Infame” o “Restauración Conservadora” y que se caracterizará por ser una etapa en el que los sucesivos gobiernos basarán su poder en el establecimiento de un sistema político represivo y marcado por la corrupción. Se alternarán en el poder hasta cuatro presidentes: el General José Félix Uriburu, el General Agustín Pedro Justo, el abogado Roberto Ortiz y por último Ramón Castillo.

Paralelamente a esta etapa, el desarrollo económico y social en Argentina había producido una diversificación en los planteamientos ideológicos en amplios sectores de las Fuerzas Armadas, aunque no sólo el ejército se vería afectado por estos cambios. En este contexto se encuadra el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) un grupo de aproximadamente veinte militares de ideología antimarxista, neutralista, fuertemente nacionalista y contrario a la corrupción endémica en la mayoría de los gobiernos conservadores precedentes de la «Década Infame«. Los historiadores han tratado de dilucidar, a veces en medio de grandes controversias, la capacidad y voluntad de este grupo para avanzar en la revolución posterior al golpe de estado del 4 de junio de 1943.

El golpe de estado fue liderado por los generales Pedro Ramírez y Arturo Rawson principalmente. El 4 de junio salió desde el Campo de Mayo un contingente militar de 8.000 hombres encabezado por los generales Arturo Rawson y Elbio Anaya que se dirigieron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde fueron repelidos en un primer momento por fuerzas leales, partidarias del gobierno vigente. Conquistada la ESMA y tras salir hacia Uruguay el presidente Ramón Castillo, Arturo Rawson asume el cargo de presidente de la nación. Salvo algunas excepciones el golpe fue bien recibido por la mayor parte de la sociedad.

Entre los factores a tener en cuenta a la hora de entender el Golpe de Estado de 1943 y el posterior proceso revolucionario, no se puede soslayar la influencia de acontecimientos externos como el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la toma de posiciones a favor de la estricta neutralidad o bien el apoyo a uno u otro bando contendiente. A este respecto, Argentina que siempre se había caracterizado por mantener una postura neutralista se verá presionada por los Estados Unidos de América para que declare la guerra al Eje (Alemania, Italia y Japón).

Con el éxito del pronunciamiento surgieron las primeras discrepancias en el seno de los golpistas. La negativa de los militares de permitir a Arturo Rawson que incluyera en su gobierno a algunos miembros pertenecientes al anterior gobierno derrocado, provocaron su renuncia al cargo, que fue ocupado por el general Pedro Pablo Ramírez que detentaría la jefatura de la nación durante ocho meses. En febrero de 1944, fue desplazado por Edelmiro Julián Farell el cual, prescindiendo de la tradicional neutralidad argentina, declaró la guerra a Japón y Alemania en 1945.

Pese a que existieron rivalidades internas por dirigir el proceso revolucionario, motivadas principalmente por el debate de mantenerse neutral o declarar la guerra al Eje, lo destacable es también que adquieren protagonismo algunos grupos sociales y políticos que hasta aquel momento no había tenido un papel más que secundario en la historia de Argentina. El caso más notorio es el de los sindicatos de tendencias izquierdistas que merced a una alianza con sectores del ejército, cuya figura principal era Juan Domingo Perón, conformaron una corriente laborista-nacionalista. Es necesario mencionar que el auge del movimiento obrero fue una consecuencia del extraordinario desarrollo industrial acaecido en los años 30 en el territorio argentino. Todo este proceso conllevará a la postre una progresiva polarización social que con la llegada al poder de Juan Domingo Perón se agudizaría en las corrientes opuestas de Peronismo y Antiperonismo.

Finalmente el 24 de febrero de 1946 finalizó la dictadura militar que dio paso a unos comicios democráticos en los que salió triunfador el general Perón con el 56 % de los votos , bajo la bandera del Partido Laborista.