Arturo Umberto Illia
Nació, en la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires, República Argentina, el 4 de agosto de 1900. Era hijo de los italianos Martín Illia, y Emma Francesconi, hogar de tradición radical.
Inició sus estudios en su ciudad natal, y en su adolescencia ingresó como pupilo en el colegio Pío IX, Párroco de San Carlos, en la capital del país. En 1918, se afilió a la Unión Cívica Radical, el mismo año en que comenzó el Movimiento de Reforma Universitaria y también en el que ingresó a la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo su título de Médico, en el año 1927.
Se radicó para ejercer su labor profesional médica en Cruz del Eje (Córdoba) desde 1929, nombrado como médico del ferrocarril, paralelamente al desarrollo de su tarea partidaria dentro del radicalismo. Diez años más tarde contrajo matrimonio con Silvia Elvira Martorell, quien sería madre de sus tres hijos, y que falleció de cáncer, poco después de su derrocamiento.
El 17 de noviembre de 1935, triunfó como Senador provincial por Cruz del Eje. En 1940 fue designado Vicegobernador, del Gobernador Santiago del Castillo, de la provincia de Córdoba. En 1943, retornó a su actividad de médico rural, cuando la provincia sufrió la intervención federal. Entre los años 1948 y 1952 fue diputado nacional.
El 16 de septiembre de 1955, la Revolución Libertadora, puso fin mediante un golpe militar al gobierno peronista, cuyo partido quedó proscripto. Los radicales ocuparon el poder, mediante un pacto efectuado entre el postulante del radicalismo, Arturo Frondizi y el peronismo.
Arturo Frondizi contó con el voto de los peronistas para asumir el ejecutivo nacional, a cambio de eliminar la proscripción que sobre ellos pesaba.
En 1961, Frondizi cumplió con lo acordado, y el 18 de marzo de 1962, la provincia de Buenos Aires y nueve más, tuvieron gobernadores de ese partido. El 29 de marzo de 1962, un nuevo golpe militar terminó con el gobierno de Frondizi, por haberse negado a anular las elecciones en las que había triunfado el peronismo. Luego de una breve dictadura militar, nuevamente sin intervención peronista, fueron convocadas elecciones, para el 7 de julio de 1963.
Fue elegido democráticamente como presidente Arturo Illia, con el 25,14 % de los sufragios. El 18,82 % votó en blanco. Su vicepresidente fue el ultranacionalista, Carlos Humberto Perette.
El 15 de noviembre de 1963, firmó los decretos 744 y 745/63 por los cuales anuló los contratos petroleros firmados por Frondizi, que establecían su privatización, en manos de empresas extranjeras, caracterizándolos de nulos y de contrarios a los intereses nacionales. La prensa, estuvo en su contra, y Estados Unidos por ese hecho le retiró su ayuda. Argentina debió indemnizar a las compañías petroleras por la suma de doscientos millones de dólares, pero la economía no se deterioró.
Ejerció un gobierno profundamente democrático, donde se eliminó toda prohibición contra las actividades partidarias de peronistas (salvo el regreso de Perón) y/o comunistas.
Peleó diplomáticamente para que la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas fuera reconocida.
Realizó una adecuada política social, creando el Consejo del Salario, con representación oficial, patronal y obrera, promulgando en 1964, la Ley del Salario Mínimo , Vital y Móvil, para proteger sobre todo, a los trabajadores más carenciados. Las jubilaciones y pensiones también tuvieron establecidos montos mínimos, mientras la canasta familiar básica era contenida con precios máximos.
Dio aumentos significativos al rubro educación en el presupuesto nacional, y luchó contra el analfabetismo, a través de un programa de alfabetización que comenzó a aplicarse el 5 de noviembre de 1964. Ese mismo año se dictó la ley Oñativia, para controlar los precios, y el proceso de producción de los medicamentos. Exigió una declaración jurada a los laboratorios sobre la calidad, y costo de elaboración de los medicamentos, que nunca le fue presentada.
Durante su gobierno los gastos públicos disminuyeron, al igual que la deuda externa, y las empresas estatales fueron controladas, con la creación de la Sindicatura de Empresas del Estado.
Pero, entonces, ¿Cuál fue el motivo para que este gobierno intachable cayera en el desprestigio? Los sindicatos peronistas opuestos a su gestión, a la que había llegado sin el apoyo de esta masa popular que había votado en blanco, al estar su partido prohibido, se vio aún más atacado por una Ley Sindical que regulaba su actividad, dictada sin previa consulta. La Ley de Asociaciones Profesionales, restringía la disponibilidad de dinero a los gremios y no podían realizar propaganda partidaria. La crisis de la industria azucarera en Tucumán, fue usada para criticar la gestión. Pero sobre todo, tanta moralidad, sin duda perjudicaba enormemente a los corruptos que veían crecer las trabas a sus ilegales actuaciones.
El triunfo peronista en las elecciones parlamentarias de 1965, enojó a las Fuerzas Armadas, ya desafiadas por Illia al levantar la proscripción al peronismo, y aunque fuerzas antagónicas, las militares y los peronistas, iniciaron una campaña para empañar la figura presidencial, a la que se sumaron todos aquellos sectores a los que de alguna manera había perjudicado en su mandato: las grandes empresas farmacéuticas, los capitales extranjeros, y los que estaban a favor de la política imperialista estadounidense, de la que este presidente pretendía desligarse.
Así surgió el calificativo de “tortuga” para este Presidente, que lenta, pero implacablemente, intentaba acabar con la corruptela del poder.
Perón, desde el exilio se mantuvo ajeno a la realidad política argentina hasta 1956, época en que ordenó a sus seguidores que empleen la Resistencia. Pero un sector del partido creó el Neoperonismo, que propiciaba el peronismo sin Perón. Estos fueron los que habían ganado las gobernaciones en el mandato de Fondizi, bajo la denominación “Unión Popular”. Vandor era el líder de este partido, enfrentado abiertamente a la izquierda peronista que no quería un peronismo sin Perón, y tenía una política fuertemente anticapitalista.
Vandor fue también el que logró ganar en los comicios convocados en el gobierno de Illia, y fue uno de los principales sindicalistas que apoyó el golpe de estado de Onganía. Fue declarado traidor, por los propios peronistas, y murió asesinado, luego del “Cordobazo” de 1969.
El golpe militar “ Revolución Argentina”, que llevó al poder a Juan Carlos Onganía, con la ayuda norteamericana, que propendía a la instalación de dictaduras en América Latina, lo obligó a abandonar el mando, sin violencia, pero tampoco sin ninguna ayuda popular, que contemplaba los acontecimientos con una apatía incomprensible, mientras él intentaba ejercer su defensa con la ayuda de la Constitución Nacional, que pronto pasaría al olvido, igual que él. Era el 28 de junio de 1966. La Democracia otra vez, era burlada con consentimiento del propio pueblo soberano.
En Martínez, Provincia de Buenos Aires, fijó su residencia, aunque siempre continuó visitando Córdoba, y trabajando en la Unión Cívica Radical.
Falleció pobre y sin honores, en Córdoba, el 18 de enero de 1983. Comparte el panteón en el cementerio de la Recoleta, con los radicales, Leandro Alem e Hipólito Yrigóyen.
En enero de 1982 por fin fue reconocido, al serle otorgado el premio internacional “Mahatma Gandhi” por su labor en pos de la humanización del poder.
En una sociedad falta de ejemplos y líderes políticos, la figura de Illia, debería ser más promocionada y utilizada como arquetipo para que las nuevas generaciones de líderes políticos siguieran sus pasos, sin importar su ideología partidaria. Sin embargo, poco se sabe de él, algunos lo recuerdan como “la tortuga”, otros ni siquiera saben de su lucha moral, opacado por tantos políticos, que solo supieron ser rápidos para llenarse sus propios bolsillos, con dinero del pueblo.
Ya no está entre nosotros, ojalá algún día, alguien imite su coraje, su templanza y su hombría de bien. Debería ser incluido en los programas de estudios, como un líder indiscutido, sin importar cual sea la fuerza partidaria que detente el poder. ¿Qué espera su propio país para pedirle perdón y rendirle un justo homenaje a su memoria?