Los tonocotés
Los tonocotés fueron aborígenes de origen amazónico, ubicados en el centro oeste de la provincia de Santiago del Estero (Argentina) hallados en el siglo XVI, luego de la conquista española, extendiéndose en la llanura existente entre los ríos Dulce y Salado. Parte de ellos ya había sido anexados poco antes, hacia fines del siglo XV, al imperio inca.
Los españoles no entendieron nunca su lengua, y los llamaron “juríes”, del quechua “xurí” con el significado de ñandú, pues se desplazaban en grupos, cubriéndose con plumas sus partes íntimas. Mantenían relación amistosa con los diaguitas, situados a su oeste, pero una gran enemistad con los lules, ubicados más al norte de la misma provincia. Ante la amenaza permanente de esos vecinos debieron construir empalizadas que rodeaban sus viviendas. Éstas, denominadas “mounds”, de formas semi circulares, eran realizadas con ramas adobadas y dispuestas en altura para evitar el riesgo de inundaciones. Estaban provistos de grandes arcos, y de flechas con puntas envenenadas para repeler las agresiones.
Eran grandes hilanderos y trabajaron la cerámica con mucha habilidad. En sus cultivos, especialmente de maíz, porotos, quinoa y zapallo, aprovechaban al máximo el agua de la crecida de los ríos, que guardaban en una gran excavación llamada hoya, que ellos habían construido, y que les servía cuando el agua escaseaba. El Dios que protegía sus sembrados se llamaba Cacanchic. En la cría de animales, escogieron principalmente, llamas y ñandúes. Fueron pescadores, pero en menor medida.
Esta cultura desapareció casi completamente en el siglo XIX, y los pocos que la practican actualmente, se conocen como suritas, no superando las seis mil personas.