Pacto de Munich
ANTECEDENTES
Producido en 1938, el Anschluss, o sea, la anexión de Austria a la Alemania nazi, Checoslovaquia quedó desprotegida. En su seno convivían habitantes de distintas nacionalidades. Al oeste (región de los sudetes) habitaban más de 3.000.000 de alemanes, que se consideraban discriminados, y que están en tratativas con Adolfo Hitler, para lograr reivindicaciones sustanciales, que los constituirían en una especie de sucursal del estado alemán, ya que en esa región pretendían gozar de autonomía, profesando y difundiendo la ideología nazi.
La invasión alemana, que se tornaba inminente al no poder ni desear cumplir el gobierno de Praga, las pretensiones secesionistas de sus nacionales alemanes, liderados por Konrad Henlein, no podía resistirse. Su cadena montañosa, barrera natural, ya no era suficiente desde que su llanura sureña podía ser transpuesta desde Austria. El conflicto tomó dimensiones a nivel internacional, en un mundo europeo que trataba de emerger, luego de la devastadora Primera Guerra Mundial.
Chambelain se reunió con el líder alemán dos veces, para lograr una salida pacífica al problema, y luego se llegó al Pacto de Munich.
El 27 de septiembre, a dos días de la firma del Pacto de Munich, Chamberlain, dirigiéndose a su pueblo, se manifestó en pro de la paz, defendiendo su postura de negociar con Hitler, y de realizar una nueva reunión de ser necesario, para evitar la guerra. Consideró increíble el ver a su propio territorio involucrado por un conflicto acaecido en lugar tan distante, y sólo aceptó recurrir a las armas, si la libertad del mundo estuviera en peligro, y a merced de alguien que tratara de imponer su dominio por la fuerza y el terror (Aún Chamberlain no había comprendido que ese dominador cruel y sin límites era aquel con quien trataba de acordar).
EL ACUERDO
Con el fin de evitar la guerra, ese mismo año, el 29 de septiembre, se firmó el Pacto de Munich, cuyos suscriptores fueron Gran Bretaña, representada por , Arthur Neville Chamberlain, Francia, por Édouard Daladier, e Italia, por Benito Mussolini, por una parte, y por la otra, Adolfo Hitler, cabeza del nazismo. El lugar del acuerdo fue la ciudad de Baviera, ubicada en territorio alemán. Curiosamente, una de las partes en conflicto, Checoslovaquia, no fue invitada a participar de la reunión. Su presidente, Edvard Beneš, expresó que se había tomado una decisión que los afectaba profundamente, sin consultarlos.
La región de los Sudetes, logró ser escindida de Checoslovaquia e incorporada a Alemania, tal como pretendían los insurrectos, debiéndose iniciar, conforme lo acordado, la evacuación, el día 1 de octubre, y concluirse el día 10, lo que parecía, terminado el origen del conflicto, asegurar la paz. Así lo creyó, por ejemplo, Chamberlain, Primer Ministro y representante británico, precursor del Pacto de Munich, quien aseguró haber logrado “la paz en nuestro tiempo”. Alemania se comprometía a respetar la soberanía del resto el territorio checoslovaco, que había perdido en favor de Alemania 16.000 Km.2. Gran Bretaña y Francia, tomaban la responsabilidad de asegurar que Checoslovaquia conservara el resto de su territorio.
CONSECUENCIAS
Bajo el mismo pretexto de Hitler, y en los términos del Pacto de Munich, que establecía la realización de plebiscitos para decidir la suerte de otros sectores en pugna, alegando la existencia de nacionales propios habitando en Checoslovaquia, Polonia, el 2 de octubre se apoderó de Teschen, y Hungría de una parte de Eslovaquia y Rutenia.
Para decidir el número de habitantes de otras nacionalidades residiendo en Checoslovaquia, se logró que la comisión internacional, utilizara el censo Austro-Húngaro de 1910, y no el que había efectuado Checoslovaquia en 1930. Como el primero estaba desactualizado, Alemania tomó territorios que ya a 1938, tenían población mayoritariamente checoslovaca.
Este Pacto se mostró inútil, ya que a pesar del compromiso de garantizar la paz, Hitler, en cumplimiento de su teoría del “espacio vital” prosiguió con su política expansionista, burlando totalmente las aspiraciones pacifistas, e invadiendo lo que quedaba del territorio checo, en marzo de 1939. No conforme, Hitler atacó Polonia el 1 de septiembre, lo que motivó la entrada de Gran Bretaña y Francia en la contienda, que pronto tomó dimensiones mundiales, iniciándose el segundo conflicto bélico que ensangrentó a la mayor parte del planeta.
El Pacto de Munich es frecuentemente citado como un ejemplo de la política de apaciguamiento, donde las potencias europeas intentaron evitar la guerra a toda costa, incluso a expensas de sacrificar a naciones más pequeñas. Esta política fue duramente criticada después de que se hiciera evidente que Hitler no tenía intención de cumplir con los acuerdos y que su objetivo era la expansión territorial sin límites. Winston Churchill, quien se convertiría en Primer Ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los críticos más vocales del pacto, argumentando que solo había servido para fortalecer a Alemania y debilitar a sus vecinos.
Además, el Pacto de Munich tuvo un impacto significativo en la política interna de Checoslovaquia. La pérdida de los Sudetes y la subsecuente ocupación alemana llevaron a una crisis de confianza en el gobierno checoslovaco y en su capacidad para proteger la soberanía nacional. Esta situación contribuyó a la desmoralización y fragmentación del país, facilitando la posterior ocupación total por parte de Alemania en marzo de 1939.
El impacto del Pacto de Munich también se sintió en la Unión Soviética. Stalin, observando cómo las potencias occidentales cedían ante las demandas de Hitler, llegó a la conclusión de que no podía confiar en Gran Bretaña y Francia para contener la agresión nazi. Esto llevó a la firma del Pacto Ribbentrop-Mólotov en agosto de 1939, un acuerdo de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética que incluía cláusulas secretas para la división de Polonia y otras partes de Europa del Este entre las dos potencias.
En última instancia, el Pacto de Munich no solo fracasó en su objetivo de evitar la guerra, sino que también aceleró el camino hacia el conflicto global. La lección aprendida de este episodio es que ceder ante las demandas de agresores expansionistas solo sirve para alentarlos a buscar más concesiones, poniendo en peligro la paz y la estabilidad internacional.