La Batalla de Kursk
Bajo la denominación Batalla de Kursk se agrupa a una serie de ofensivas llevadas a cabo en la región del mismo nombre entre los meses de julio y agosto de 1943. Dichos enfrentamientos fueron entre el Ejército Rojo y las fuerzas nazis.
La Wehrmacht había quedado notablemente debilitada tras la derrota en Stanlingrado. Aún así, Hitler consideraba que ésta sería la última oportunidad de revertir la situación en el Frente Oriental. En tanto que los soviéticos avanzaban a pasos agigantados, los ejércitos alemanes del Cáucaso corrían serios peligros de ser reducidos. En consecuencia, en tanto que estos comenzaron su retirada, los soviéticos avanzaron hacia la ciudad de Jarkov (Ucrania), conquistada por Alemania en 1941, y lograron ocuparla por un tiempo corto, resultado que fue revertido por la Wehrmacht tras la batalla de Járkov que, aprovechando el agotamiento soviético, lograron recuperarla.
Aún así, quedaba un saliente soviético que Hitler pretendía destruir mediante La Operación Ciudadela en la zona de Kursk. Bajo la estrategia de Erich von Manstein, se preveía para el 04 de mayo un ataque fulminante avanzando por el sur y norte de Járkov. Sin embargo, la operación dependía de la llegada de tanques PzKmpfw V Panther , PzKmpfw VI Tiger y cañones. Esta situación dio tiempo al rearme soviético, quienes enterados de los planes del fürer, preveían aprovechar el desgaste del ejército alemán y contraatacar cuando las fuerzas ya estuvieran debilitadas.
Es importante destacar que la Batalla de Kursk fue una de las batallas más grandes de la historia, y la más grande en términos de participación de tanques y aviones. La batalla fue un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial, marcando el comienzo de una serie de derrotas para el Tercer Reich alemán en el Frente Oriental. La estrategia soviética de defensa en profundidad, que consistía en la construcción de una serie de líneas defensivas para desgastar al enemigo, demostró ser efectiva contra el ataque alemán.
Finalmente, los ataques comenzaron el 04 de julio, concentrándose en batallas, muchas de ellas de enorme violencia. El hecho de que los soviéticos estuvieran al tanto de los planes alemanes hasta el detalle de conocer la hora exacta en que comenzarían los bombardeos, posibilitó que pudieran adelantarse en las maniobras.
Alemania enfrentaba entonces otra complicación extra a la surgida en el Frente Oriental, el desembarco de Sicilia por los aliados el 11 de julio de 1943 contribuía a la debilidad nazi, pues sus fuerzas estaban divididas.
Cabe mencionar que ambos bandos estaban relativamente parejos. Al borde del cansancio, las bajas habían sido numerosas. Aún así, los soviéticos estaban mejor posicionados, Alemania había perdido la primacía en la táctica.
Adelantándose a la Operación Ciudadela que fue suspendida, el 15 de julio los soviéticos atacaron contra Orël, obligando a los alemanes a recular, retirándose de la línea de partida. Al sur el ataque se retrasó hasta el 3 de agosto, pudiendo liberar Járkov recién el 23.
Ambos ejércitos fueron severamente castigados. La Whermacht contaba con 900.000 hombres, 10.000 cañones, 2700 carros de combate y cañones autopropulsados y 2000 aviones. El bando soviético, por su parte, contó con 1.300.000 hombres, 20.000 cañones, 3600 carros de combate y cañones autopropulsados y 2400 aviones.
Sumada a la delantera estratégica por parte del Ejército Rojo respecto del Nazi, los alemanes no tenían la misma rapidez para pertrecharse con refuerzos como si tuvieron los soviéticos. A patir del triunfo de Kursk, éstos no se detuvo hasta la toma de Berlín.
La Batalla de Kursk también es notable por el alto costo humano y material. Las bajas totales se estiman en más de un millón de hombres, incluyendo civiles, y la destrucción de miles de tanques, aviones y otros equipos militares. La batalla también tuvo un impacto psicológico significativo, tanto en el frente de batalla como en el hogar, ya que marcó un punto de inflexión en la percepción de la invencibilidad del Tercer Reich.