Los tuareg
Los Tuaregs fueron un belicoso pueblo, de la familia de los bereberes, originarios del norte africano, que azotó el desierto de Sahara, apoderándose de él y destruyendo a su paso las poblaciones que encontraban. Como crueles dioses implacables montados en sus camellos, vestidos con ropas azules, y su característico turbante y velo del mismo color subsistían del saqueo, sembrando pavor a su paso. Las mujeres llevaban la cara descubierta y muchos adornos.
Fueron nómades, pero se las arreglaron para vivir en un clima y en un suelo tan inhóspito, hasta que las sequías se fueron acrecentando y terminando con los oasis, y el refugio de la vida.
No los venció otro pueblo, sino el ambiente inhóspito, y lo que hoy queda de ellos, se dedican a la agricultura y la ganadería, especialmente a la cría de cabras y en menor medida a la de ovejas, vacas y bueyes, que se desplazan junto a ellos.
Se refugian para vivir en tiendas móviles, ya que que tienen que deambular varios días en busca de agua y de sal, que venden en campamentos vecinos. Su actividad comercial se redujo con la aparición de mejores medios de transporte y comunicación que les quitaron la primacía al comercio en caravanas.
Se organizan socialmente en nobles y vasallos, existiendo la esclavitud. La mujer tiene un importante rol social y político, y el esposo debe entregar dote en ganado al casarse. Su sistema de escritura se denomina tifinagh, y han adoptado el Islam como religión. Una de sus prácticas sociales es compartir té de menta, infaltable en sus celebraciones. Las damas no montan camellos sino asnos.
La vida precaria que llevan los llevó a a sublevarse, y los residentes de Malí proclamaron un Estado independiente llamado Azawad, que no posee reconocimiento oficial.