Jean Paul Marat
Nació el 24 de mayo de 1743, en Boudry, Neuchâtel, en un hogar modesto, que profesaba la religión protestante, constituido por Jean Paul Marat, que había sido sacerdote, aficionado al dibujo, natural de Cerdeña, y por la ginebrina, Louise Cabriol, siendo el mayor de cinco hermanos. En 1759 falleció su madre. Estudió medicina en Burdeos, y luego se dedicó en París, y luego en Holanda, y Londres, a la especialidad médica de la visión.
Apasionado de la filosofía, en 1773 escribió su propia obra, titulada “Ensayo filosófico sobre el hombre” en idioma inglés, que luego fue traducida al francés, y que recibió la crítica de Voltaire. Trataba de la importancia del conocimiento científico en la filosofía.
Un año más tarde publicó “Las cadenas de la esclavitud”, donde peticionaba la no aceptación como parlamentarios de los amigos del rey de Inglaterra.
Sin embargo, no abandonó sus estudios médicos, hasta los inicios de la Revolución Francesa, publicando obras de esas temática, como “El ensayo sobre la gonorrea” (1775) con el cual se doctoró, y la “Investigación sobre la naturaleza, causa y cura de una enfermedad ocular singular”.
Se permitió discutir las teorías de Isaac Newton, sobre el calor y el fuego, que posteriores estudios confirmaron, y logró el reconocimiento de grandes personalidades del mundo de la ciencia, como Benjamín Franklin o Goethe.
Luego de desempeñarse en la corte francesa, habiendo sido médico del Conde de Artois, en 1786, presentó su renuncia, incrementando su admiración hacia los principios de la ilustración, y los ideales que desembocarían en la Revolución Francesa, dedicándose a atender a pobres e indigentes.
En 1788 publicó un panfleto, llamado “Ofrenda a la Patria” sobre la defensa del tercer estado, marginado en cuanto a los privilegios de los que gozaban los restantes estados.
Una vez convocados los estados generales prosiguió su lucha, a través de varias publicaciones, creando en septiembre de 1789 “El Monitor Patriótico” periódico que cuatro días después tomó el nombre de “Divulgador parisino”, para finalmente llamarse “El amigo del pueblo”. Los enemigos del pueblo estaban representados para Marat, por quienes ocupaban el poder, incluyendo los órganos revolucionarios. Tanto ataque desembocó en que fuera condenado a prisión entre el 8 de octubre y el 5 de noviembre del año 1789.
Se opuso al marqués de La Fayette, comandante de las fuerzas de la revolución pero defensor de una monarquía limitada, lo que le ocasionó una orden de arresto, que pudo eludir huyendo a Londres. Allí escribió “Denuncia contra Jacques Necker”, ministro del rey Luis XVI. En mayo de 1790 regresó a París luego de un exilio de cuatro meses, donde sus continuos escritos agresivos, le obligaron a permanecer oculto en la catacumbas de París, antiguo cementerio, donde contrajo una enfermedad dérmica progresiva.
En 1791, otra vez exiliado en Londres, luego de peticionar la abolición de la Monarquía, escribió “Escuela del ciudadano”. Retornó a París en el año 1792 para incorporarse al Club de los Cordeliers, junto a Danton y Desmoulins, fundado dos años antes, que representaba la defensa de las clases más humildes de la sociedad francesa.
El 10 de agosto de 1792, participó en el asalto al Palacio de las Tullerías, donde residía la familia real, luego de su intento de huida, y el rey buscó refugio en la Asamblea.
Los revolucionarios, entre los cuales se hallaba Marat, establecieron una Comuna en París, exigiendo el procesamiento de los monárquicos detenidos. Ante el caso omiso a sus pretensiones, estuvo de acuerdo con las Masacres de septiembre, ocurridas entre los días 2 y 7, en las cuales tras juicios sumarísimos, fueron asesinados primero 23 sacerdotes, para luego llegar a tres centenas, y extenderse a numerosas cárceles, siendo la pretensión de Marat que la acción de los tribunales populares se diseminaran por todo el país, llegando a contarse alrededor de 1.400 condenados a muerte, con sentencia cumplida.
Para complementar la tarea represiva contra los opositores de la revolución se creó el Comité de vigilancia, donde se crearon listas de personas sospechadas, a cargo de Marat, y con pedido de captura, a los que les esperaba el peor de los destinos.
En septiembre de 1792, integró la Convención Nacional, la que el día 22 instauró la república en Francia, creando Marat un nuevo periódico adaptado a las circunstancias, al que llamó “Diario de la República Francesa”. En la Convención, junto a Danton, se unió al sector de los montañeses, donde Robespierre, adquiría cada vez mayor prestigio.
Apoyó la ejecución del rey Luis XVI, que se produjo el 21 de enero de 1793 . Desde entonces, y por varios meses, las peleas entre Marat y los girondinos aumentaron su tenor, y Marat fue sometido a Juicio por el tribunal revolucionario, acusado de incitación a la violencia popular, siendo absuelto, lo que lo tornó más fuerte.
El 6 de abril de 1793, inició su actividad el Comité de Salvación Pública para oponerse al accionar belicoso de las potencias extranjeras, que trataban de destruir el nuevo orden político francés, y restaurar el antiguo régimen monárquico.
El 31 de mayo de 1793, el período de gobierno girondino llegó a su fin, y los revolucionarios radicales entre ellos Marat, disfrutaban su triunfo. Los girondinos se habían refugiado en Caen, en la Baja Normandía, desde donde llegó una mujer el día 13 de julio de 1793, soliciatando ver a Marat, supuestamente trayendo información sobre los girondinos exiliados. La joven era una aristócrata girondina, de nombre Charlotte Corday, que mató a Marat con un cuchillo, mientras se bañaba, sumergido en una tina donde pasaba casi todas sus horas, al haberse agudizado su enfermedad en la piel. Fueron sus últimas palabras: «¡A mí, mi querida amiga!»
Esta dama pagó por su crimen, siendo ejecutada en la guillotina, el 17 de julio de 1793.
Marat, murió como un mártir para el pueblo francés y sus cenizas se depositaron en el salón de los espectáculos de la Convención Nacional. El 21 de septiembre de 1794 sus restos se trasladaron al Panteón.
“La muerte de Marat” es un cuadro pintado por Jacques-Louis David, artista de la Revolución Francesa, que declaró que decidió inmortalizarlo, porque oyó la voz del pueblo que se lo pedía.
La historia lo considera un personaje controvertido, algunos como demagogo, ya que se ganó el favor de las masas populares; luchador sin concesiones, cruel, y apartidario. Entre sus máximos detractores podría citarse a Julio Michelet, historiador francés, que lo trató de “batracio salido de un pantano”, en su obra titulada “Historiografía de la Revolución Francesa” publicada en 1847. Sin embargo otros autores lo tildaron de el brazo fuerte de la Revolución, y movilizador del sector popular más sometido.
“Noventa y tres” es la obra de Víctor Hugo, aparecida en el año 1874, donde se reivindicó la imagen de Marat, calificándolo como el espíritu mismo la revolución, y existente en cada hombre que sufre y pelea por su sustento.
Fue sin duda, el producto de una época dura, de odios, resentimientos, sospechas y crueldades, y poco tuvieron que ver sus acciones agresivas y sanguinarias para con sus enemigos, con su propio pensamiento en circunstancias ajenas a la revolución, ya que en materia penal, fue seguidor de Beccaria, y trató de luchar por la legalidad, la atenuación de las penas, la presunción de inocencia, y aunque parezca paradójico, se oponía a la pena de muerte, que aplicó sin vacilar durante la Revolución Francesa, donde fue la expresión de “la ira del pueblo”, nombre con que se lo conoció.